E. coli: la bacteria que podría estar en tu comida
La Escherichia coli (E. coli) es otra bacteria peligrosa que puede estar presente en alimentos contaminados, especialmente carne de res molida, leche no pasteurizada y verduras mal lavadas. Aunque muchas cepas de E. coli son inofensivas, algunas, como la E. coli O157:H7, producen toxinas que pueden causar infecciones graves. Los síntomas suelen aparecer entre uno y ocho días después del contagio.
Síntomas de la E. coli
- Diarrea severa, a menudo con sangre
- Dolor abdominal intenso
- Náuseas y vómitos
- Fiebre leve, aunque no siempre está presente
En algunos casos, la infección puede derivar en el síndrome urémico hemolítico, una complicación grave que afecta a los riñones, especialmente en niños y ancianos.
Prevención de la infección por E. coli
Prevenir la infección por E. coli implica cocinar bien los alimentos, especialmente la carne de res, que debe alcanzar una temperatura interna de al menos 70 °C. Es importante evitar el consumo de leche cruda o productos lácteos no pasteurizados y lavar adecuadamente las frutas y verduras antes de consumirlas. Mantener la higiene en la cocina, como evitar la contaminación cruzada entre alimentos crudos y cocidos, es otra medida clave para protegerse de esta bacteria.
Tratamiento de la E. coli
El tratamiento de una infección por E. coli depende de la gravedad de los síntomas y del estado general del paciente. La mayoría de las personas infectadas se recuperan sin necesidad de antibióticos, ya que el uso de estos medicamentos puede aumentar el riesgo de desarrollar complicaciones graves como el síndrome urémico hemolítico (SUH), una afección que afecta los riñones.
Hidratación y reposo: El tratamiento básico para la infección por E. coli incluye la ingesta abundante de líquidos, ya que la diarrea severa puede llevar a la deshidratación. Los sueros con electrolitos son útiles para reponer los líquidos y minerales perdidos durante los episodios de diarrea y vómitos. Es importante descansar y evitar el esfuerzo físico mientras el cuerpo combate la infección.
Dieta blanda: Durante la recuperación, es recomendable seguir una dieta blanda para evitar irritar aún más el tracto gastrointestinal. Alimentos como arroz, manzana rallada, plátanos y pan tostado son opciones seguras. Se debe evitar el consumo de alimentos grasos, picantes o lácteos, ya que pueden empeorar los síntomas.
Monitorización de complicaciones: En los casos más severos, especialmente cuando hay presencia de sangre en la diarrea, es fundamental monitorear de cerca la evolución del paciente, ya que esto puede indicar el desarrollo del síndrome urémico hemolítico. En estas situaciones, puede ser necesario hospitalizar al paciente para controlar las funciones renales y administrar tratamientos más avanzados.
Cuidados hospitalarios: Si se desarrollan complicaciones, como fallo renal o anemia grave (producto del síndrome urémico hemolítico), el paciente puede requerir tratamientos específicos como diálisis para apoyar la función renal y transfusiones de sangre. En estos casos, la atención médica especializada es esencial para evitar daños a largo plazo.
Aunque la mayoría de las infecciones por E. coli se resuelven sin intervención médica grave, es vital buscar atención en caso de síntomas persistentes o complicaciones, sobre todo si afectan a niños, ancianos o personas con un sistema inmunitario debilitado.