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Síndrome del túnel carpiano: cómo identificarlo, prevenirlo y ponerle solución

martes, 25 de marzo de 2025

El síndrome del túnel carpiano es una de las patologías más frecuentes de la mano y la muñeca, y se caracteriza por la compresión del nervio mediano dentro de un canal reducido formado por los huesos del carpo y el ligamento transverso. Muchas personas lo asocian con un simple hormigueo ocasional, pero en realidad puede derivar en un dolor constante y debilidad que interfieren en tareas tan básicas como sujetar objetos o teclear en un ordenador.

A medida que el espacio interno de la muñeca se ve reducido por la inflamación o el engrosamiento de tejidos, el nervio mediano queda presionado, provocando sensaciones de entumecimiento e incluso calambres nocturnos que dificultan el descanso. Este cuadro puede agravarse si no se identifica a tiempo, y la evolución hacia un estadio más crónico puede suponer un reto para la calidad de vida, afectando la rutina laboral y las actividades de ocio.

¿Qué es el tunel carpiano y dónde está?

El túnel carpiano es un canal estrecho localizado en la cara anterior de la muñeca, formado por los huesos del carpo en su base y un ligamento llamado ligamento transverso del carpo en la parte superior. Este espacio, reducido de por sí, permite el paso de diversas estructuras: fundamentalmente el nervio mediano y los tendones flexores de los dedos. El nervio mediano es el responsable de la sensibilidad y parte de la motricidad del pulgar, el índice, el dedo medio y parte del anular. Cuando por alguna razón la presión dentro de este canal aumenta, el nervio se comprime, lo que se traduce en un conjunto de síntomas que conforman el síndrome del túnel carpiano.

En condiciones normales, hay suficiente espacio para que el nervio mediano y los tendones se muevan libremente. No obstante, cualquier situación que cause inflamación, engrosamiento de tendones o edema en la zona puede disminuir el espacio disponible, provocando el pinzamiento del nervio. Debido a que la muñeca no puede adaptarse demasiado a estos cambios, un leve aumento de volumen en su interior es suficiente para desencadenar molestias y entumecimiento en la mano.

Diferencias entre el síndrome del túnel carpiano y otras neuropatías

Existen diversas neuropatías que pueden originar dolor y hormigueo en la mano, pero el síndrome del túnel carpiano se distingue por su localización y sintomatología específica. Mientras que otras afecciones, como la compresión del nervio cubital en el codo o la radiculopatía cervical, pueden causar sensaciones similares, la afectación en el túnel carpiano se centra en el nervio mediano y, por tanto, afecta sobre todo al pulgar, al índice, al medio y a la mitad radial del anular. Además, en el síndrome del túnel carpiano, el dolor y el hormigueo se intensifican especialmente por la noche, obligando a la persona a despertarse y sacudir la mano para aliviar los síntomas. Estas características ayudan a distinguirlo de otros problemas neurológicos que pueden tener un patrón sensitivo diferente o un desencadenante distinto.

Causas y factores desencadenantes

El síndrome del túnel carpiano puede aparecer por múltiples motivos. La inflamación de los tendones flexores debido a un uso excesivo o repetitivo de la muñeca se considera uno de los principales desencadenantes. Muchas profesiones o hábitos que implican movimientos repetitivos de flexión y extensión de la muñeca pueden generar microtraumatismos que, con el tiempo, conducen a una presión aumentada dentro del canal carpiano. Desde personas que teclean a diario durante largas horas hasta quienes realizan trabajos manuales exigentes, como carpinteros o músicos, pueden verse afectadas.

Además, hay factores sistémicos que predisponen a desarrollar el síndrome. Cualquier trastorno que provoque retención de líquidos o edema puede incrementar la probabilidad de compresión del nervio mediano. Por ejemplo, durante el embarazo, la tendencia a la hinchazón de las extremidades puede agravar los síntomas. Lo mismo ocurre en la menopausia, en enfermedades como la artritis reumatoide o en casos de hipotiroidismo, donde los tejidos tienden a retener líquidos o inflamarse, comprimiendo aún más el espacio disponible en el túnel carpiano. Otro factor que se debe considerar es la predisposición anatómica, ya que algunas personas tienen un túnel más estrecho o un engrosamiento de los tejidos que incrementa la probabilidad de compresión.

Signos y síntomas más frecuentes

El síntoma distintivo del síndrome del túnel carpiano es el hormigueo o entumecimiento en la mano, generalmente en el pulgar, índice, dedo medio y parte del anular. Esta sensación suele intensificarse de noche, interrumpiendo el descanso y provocando la necesidad de sacudir la mano o cambiar de posición para aliviar el hormigueo. El dolor, cuando aparece, puede irradiarse hacia el antebrazo e incluso llegar al hombro. Esto produce una sensación de cansancio y a veces un pinchazo profundo en la muñeca.

Con la progresión del problema, es común experimentar debilidad en la mano afectada. Personas que antes sujetaban con firmeza objetos como tazas o botellas, pueden notar que se les caen con más frecuencia. Detalles cotidianos como abrocharse una camisa o abrir un frasco pueden volverse complicados, especialmente por la pérdida de fuerza y la dificultad para coordinar los dedos. En casos más avanzados o crónicos, se aprecia atrofia en la eminencia tenar (la zona del pulgar), dejando ver un aplanamiento o falta de robustez en esa región, lo que indica un daño mayor en el nervio mediano.

Cómo evoluciona el dolor

La forma en que evoluciona el dolor en el túnel carpiano es bastante característica. Al principio, el entumecimiento y el hormigueo pueden manifestarse de manera intermitente, generalmente por la noche o tras un esfuerzo prolongado de la muñeca. En este estadio, los síntomas suelen aliviarse con medidas simples, como sacudir la mano o descansar algunos minutos. Sin embargo, a medida que la compresión del nervio se vuelve más constante, el dolor se vuelve más intenso y los episodios más prolongados. Llega un momento en que las molestias se presentan incluso en reposo, afectando la calidad de vida y el rendimiento laboral.

Es clave prestar atención a estos cambios en la intensidad y frecuencia del dolor. El síndrome del túnel carpiano no tratado tiende a empeorar, por lo que la detención temprana de los síntomas ofrece una mayor probabilidad de recuperación sin secuelas. Esperar demasiado puede derivar en una lesión nerviosa irreversible que afecte la habilidad de la mano a largo plazo.

Diagnóstico: pruebas médicas y exploración clínica

El diagnóstico del síndrome del túnel carpiano combina la evaluación clínica con pruebas especializadas que confirman la compresión del nervio mediano. Al acudir al especialista, se realiza una exploración detallada de la mano y la muñeca, buscando detectar si hay atrofia muscular en la eminencia tenar, alteraciones sensoriales específicas o dolor localizado al presionar la zona del ligamento transverso del carpo.

Entre las pruebas que ayudan a confirmar el diagnóstico, destacan la electromiografía (EMG) y el estudio de velocidad de conducción nerviosa, que permiten verificar si existe un enlentecimiento en el paso de la señal a través del túnel carpiano. Estas pruebas son útiles tanto para el diagnóstico inicial como para evaluar el grado de afectación y la evolución tras un tratamiento determinado. En casos de duda o donde se sospechen patologías asociadas, el médico puede solicitar radiografías o estudios de imagen adicionales para descartar la presencia de fracturas antiguas, deformidades o procesos inflamatorios.

Tratamientos conservadores: férulas, fisioterapia y cambios de hábitos

Una vez diagnosticado el síndrome del túnel carpiano, el tratamiento depende de la severidad de los síntomas y de la repercusión en la vida diaria del paciente. En estadios iniciales o moderados, se suelen recomendar medidas conservadoras que incluyen el uso de férulas y la fisioterapia. Las férulas, generalmente diseñadas para inmovilizar la muñeca en una posición neutra, se utilizan por la noche para impedir las flexiones forzadas que empeoran la compresión del nervio. Al mantener la muñeca en una postura adecuada, se reduce la presión en el túnel carpiano y el entumecimiento matutino mejora.

La fisioterapia, por su parte, incluye ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de los músculos de la mano y el antebrazo, además de técnicas de liberación de la tensión en la muñeca. Un fisioterapeuta o terapeuta ocupacional puede orientar sobre las posturas correctas y los descansos necesarios durante la jornada laboral, especialmente en oficios donde se requiere la repetición de movimientos de la muñeca o la digitación continua en un teclado. Pequeños cambios, como modificar la altura de la silla o el ángulo del teclado, pueden ayudar a prevenir la exacerbación de los síntomas.

Paralelamente, es esencial revisar los hábitos cotidianos que puedan incidir en la inflamación. Evitar dormir con las muñecas dobladas y hacer pausas activas en el trabajo son consejos básicos. Del mismo modo, ciertos ajustes en la dieta —como reducir la ingesta de sal o azúcares— pueden contribuir a evitar la retención de líquidos que pudiera agravar la hinchazón en la muñeca.

Fármacos y tratamientos infiltrativos

Cuando los síntomas son moderados o no mejoran con la terapia conservadora, se puede recurrir al uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) o corticosteroides orales para reducir la inflamación local y aliviar el dolor. En ocasiones, se recurre a las infiltraciones de corticosteroides directamente en la zona del túnel carpiano, con la intención de aliviar la presión y disminuir el edema. Estas infiltraciones pueden brindar un alivio significativo, aunque su efecto suele ser temporal y en casos más avanzados se plantean otras intervenciones.

La decisión de utilizar fármacos de este tipo se basa en el grado de dolor y la respuesta del paciente a las medidas conservadoras. Algunos pacientes experimentan una mejora suficiente con una o dos infiltraciones, combinadas con los cambios de hábitos, mientras que en otros casos se vuelve imprescindible valorar la opción quirúrgica.

Cirugía del túnel carpiano: cuándo es necesaria

En estadios avanzados del síndrome del túnel carpiano, donde el dolor es intenso y continuo, o cuando se ha producido debilidad y atrofia muscular, la cirugía suele ser la opción más eficaz. El objetivo de la intervención es liberar el nervio mediano, cortando el ligamento transverso del carpo para aumentar el espacio en el túnel carpiano y reducir la presión interna.

La cirugía del túnel carpiano, conocida como “liberación del túnel carpiano”, se puede realizar mediante técnica abierta o con abordaje endoscópico. El método abierto implica una pequeña incisión en la palma de la mano para seccionar el ligamento, mientras que la vía endoscópica requiere incisiones aún más pequeñas y un periodo de recuperación algo más breve. Tras la cirugía, el paciente experimenta un alivio progresivo de los síntomas, aunque la recuperación total de la fuerza y la sensibilidad puede llevar varias semanas o meses, dependiendo de la cronicidad de la lesión previa.

¿Cómo es la recuperación tras la cirugía?

El periodo de recuperación varía según la técnica empleada, la severidad de la compresión previa y las características individuales de cada persona. Habitualmente, el paciente puede mover la mano y los dedos poco después de la intervención, iniciando ejercicios de rehabilitación y fisioterapia a los pocos días. Es normal experimentar algo de dolor o molestia residual, que suele controlarse con analgésicos suaves.

Se recomienda evitar esfuerzos intensos durante al menos un par de semanas, sobre todo si la cirugía fue abierta. En cambio, con la cirugía endoscópica, algunas personas retoman sus actividades cotidianas con mayor rapidez. Aun así, se aconseja seguir las pautas del cirujano y el fisioterapeuta para que la recuperación sea óptima y no queden limitaciones a largo plazo. En la mayoría de los casos, la cirugía del túnel carpiano resuelve de manera definitiva los síntomas, brindando una mejora de la calidad de vida.

Prevención y hábitos saludables

Adoptar hábitos saludables y una postura correcta en la realización de las actividades diarias es fundamental para prevenir el síndrome del túnel carpiano o evitar su reaparición tras un tratamiento exitoso. Una de las claves está en mantener la muñeca en una posición neutra al trabajar con un ordenador o al sujetar herramientas, reduciendo la flexión o extensión extrema. Además, realizar descansos cada hora para estirar los músculos de las manos y antebrazos disminuye la sobrecarga en los tendones y ligamentos.

La práctica regular de ejercicio físico contribuye a la salud general y evita la acumulación de tensiones en la zona de la muñeca. Actividades que mejoren la fuerza y la flexibilidad de los músculos y tendones pueden disminuir la probabilidad de compresión en el túnel carpiano. Si existe un trabajo repetitivo, resultan eficaces los llamados “micropaísas”, breves interrupciones para relajar la musculatura y cambiar la postura. Asimismo, la alimentación adecuada y la hidratación influyen en la retención de líquidos, por lo que es aconsejable seguir una dieta equilibrada.

Ejercicios y estiramientos recomendados

La fisioterapia y los ejercicios de estiramiento pueden ayudar a aliviar la presión sobre el nervio mediano y a mejorar la elasticidad de los tendones flexores. Un sencillo ejercicio consiste en colocar la palma de la mano hacia delante, con los dedos apuntando hacia arriba, y con la otra mano tirar suavemente de los dedos hacia atrás hasta sentir un estiramiento sin dolor. Mantener esta posición unos segundos y relajar.

Otro ejercicio apropiado es rotar las muñecas en círculos, primero en un sentido y después en el otro, realizando movimientos suaves y conscientes. Este tipo de rutinas se pueden llevar a cabo a lo largo del día, sobre todo en personas que pasan muchas horas tecleando o sosteniendo herramientas. Para prevenir la inflamación, puede resultar útil alternar periodos de trabajo con breves descansos, donde se realicen estos estiramientos o se sacuda la mano para favorecer la circulación.

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¿Cirugía o no cirugía?

Para quienes viven con dolor crónico o episodios frecuentes de hormigueo y debilidad, la cirugía puede parecer la mejor solución. Sin embargo, decidir si operarse o no requiere un análisis detallado del historial clínico, la respuesta a tratamientos previos y los riesgos asociados al quirófano. Si el paciente ha probado férulas, fisioterapia, infiltraciones y no mejora, o si ya presenta atrofia muscular, lo más lógico es optar por la liberación quirúrgica del túnel carpiano.

Por otro lado, si los síntomas son leves o intermitentes, puede apostarse por un abordaje conservador, siempre bajo supervisión médica para descartar un empeoramiento. Es clave el seguimiento de un especialista, ya que dejar pasar el tiempo con síntomas moderados pero constantes puede llevar a lesiones más complejas. Al final, la decisión depende de la calidad de vida del paciente y de cómo interfieren las molestias en sus actividades diarias.

Recuperación y vuelta a la rutina

La recuperación posterior a la liberación del túnel carpiano depende del método empleado. Tras la cirugía laparoscópica, el periodo de convalecencia suele ser más corto que con la técnica abierta; aun así, se deben seguir las indicaciones del cirujano sobre la movilización progresiva de la muñeca y la realización de ejercicios de rehabilitación.

En la mayoría de los casos, se inicia una fisioterapia suave a los pocos días para evitar la rigidez de la muñeca y favorecer la cicatrización interna. A las dos o tres semanas, si no hay complicaciones, se pueden retomar algunas actividades cotidianas, aunque es preferible no forzar la muñeca hasta que el médico lo autorice. La reincorporación laboral depende del tipo de trabajo: quienes realizan tareas de oficina pueden volver antes, mientras que los empleos de carga o con movimientos repetitivos deben esperar un poco más.