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Síndrome de Ovario Poliquístico: cuando la ovulación se altera

jueves, 2 de octubre de 2025

El síndrome de ovario poliquístico, más conocido como SOP, acompaña a muchas mujeres en edad fértil, aunque no siempre se habla de él con claridad. Para algunas significa tener reglas que aparecen cuando quieren, para otras supone luchar contra el acné, la caída del cabello o la dificultad para quedarse embarazadas. También hay quienes conviven con el aumento de peso o con la sensación de que su cuerpo no responde como debería.

Lejos de ser un simple hallazgo en una ecografía, el SOP implica un desequilibrio hormonal que puede afectar a distintas áreas de la salud. No todas lo viven de la misma manera y, precisamente por eso, cada historia necesita un enfoque distinto. Lo importante es saber que existen opciones de tratamiento, que no estás sola y que, con el apoyo adecuado, es posible manejar sus síntomas y prevenir complicaciones a largo plazo.

Qué es el SOP y cómo se diagnostica

El SOP se define por la presencia de alteraciones en la ovulación, exceso de andrógenos y, en algunos casos, un patrón ecográfico característico. No es necesario cumplir los tres criterios para confirmar el diagnóstico: basta con que se den al menos dos de ellos, siempre después de descartar otras enfermedades que puedan provocar síntomas parecidos, como problemas tiroideos o de la glándula suprarrenal. Estos criterios se conocen como de Rotterdam y son la base del diagnóstico desde hace dos décadas, aunque han sido revisados recientemente para afinar mejor en adolescentes y mujeres jóvenes.

Diferencias con el ovario poliquístico

Conviene aclarar un error frecuente: no es lo mismo tener un ovario con aspecto poliquístico que sufrir SOP. La ecografía puede mostrar ovarios con múltiples folículos, sobre todo en mujeres jóvenes, sin que exista ningún trastorno. En cambio, el síndrome implica un conjunto de síntomas y alteraciones hormonales que tienen repercusión clínica.

Pruebas habituales

El diagnóstico combina varias pruebas. Se revisa la historia clínica, se realiza una exploración física y se solicitan análisis hormonales para medir los niveles de andrógenos, la relación entre LH y FSH, así como otras hormonas que permiten descartar causas alternativas. También se analizan parámetros metabólicos como la glucosa, la hemoglobina glicosilada o los lípidos. La ecografía transvaginal aporta información sobre el número de folículos y el tamaño de los ovarios, aunque por sí sola no basta para confirmar el diagnóstico.

Cómo se manifiesta el SOP,  los principales síntomas

Los síntomas varían mucho de una mujer a otra. La irregularidad menstrual es uno de los más característicos: ciclos que se alargan más de lo normal, reglas escasas o incluso ausentes durante meses. También es frecuente la aparición de signos de exceso de andrógenos, como acné persistente, caída de cabello de patrón masculino o un aumento de vello en zonas poco habituales.

En muchos casos, la dificultad para quedarse embarazada es la señal que lleva a consultar. La falta de ovulación regular hace que la fertilidad se vea comprometida, aunque no de forma irreversible. A esto se pueden sumar manifestaciones metabólicas, como una mayor tendencia a ganar peso, resistencia a la insulina o la aparición de manchas oscuras en pliegues de la piel.

Particularidades en adolescentes

En la adolescencia hay que ser prudentes con el diagnóstico. Durante los primeros años tras la primera menstruación es normal que los ciclos sean irregulares, y no siempre implica una enfermedad. Lo que hace sospechar un SOP en estas edades es la persistencia de irregularidades más allá de los dos o tres años tras la menarquia, junto a un exceso de andrógenos que se mantiene en el tiempo. La ecografía en este grupo tiene menos valor, porque es frecuente encontrar ovarios con muchos folículos sin que exista un problema real.

Por qué aparece: causas y mecanismos

El síndrome de ovario poliquístico no tiene una única causa que lo explique por completo. Es un trastorno complejo en el que influyen tanto la predisposición genética como los factores ambientales y del estilo de vida. Lo que se hereda no es la enfermedad como tal, sino una cierta vulnerabilidad que hace que, ante determinadas circunstancias, el equilibrio hormonal se rompa. Por eso en algunas familias se repiten los casos y, al mismo tiempo, cada mujer puede experimentarlo de manera distinta.

Uno de los mecanismos mejor conocidos es la resistencia a la insulina. Cuando el organismo no responde de forma adecuada a esta hormona, el páncreas se ve obligado a producir más para mantener los niveles de glucosa en sangre. Ese exceso de insulina actúa directamente sobre los ovarios, estimulándolos para fabricar más andrógenos, unas hormonas que en exceso alteran la ovulación y favorecen síntomas como el acné, el exceso de vello o la caída del cabello. Se genera así un círculo vicioso en el que la resistencia a la insulina empeora el hiperandrogenismo, y este, a su vez, interfiere en la regularidad del ciclo menstrual.

El problema, sin embargo, no se limita a los ovarios. También participan el eje hipotálamo-hipófisis, que regula la secreción de hormonas, y el metabolismo en su conjunto. Por eso el SOP no puede entenderse solo como un trastorno ginecológico: es una condición endocrina y metabólica que afecta a distintas esferas de la salud. Este enfoque explica por qué el tratamiento debe ser global, abordando no solo los síntomas reproductivos o estéticos, sino también los riesgos a largo plazo en la glucosa, el colesterol, el corazón y el bienestar emocional.

Consecuencias y complicaciones a largo plazo

El síndrome de ovario poliquístico no se limita a los síntomas visibles en la piel o a las irregularidades del ciclo menstrual. Con el paso de los años puede generar un impacto importante en la salud metabólica y cardiovascular. La resistencia a la insulina, que muchas veces está en el origen del síndrome, tiende a agravarse si no se interviene. Esto aumenta el riesgo de desarrollar prediabetes y, más adelante, diabetes tipo 2. A esta alteración se suman con frecuencia cambios en los niveles de colesterol y triglicéridos que, junto con el sobrepeso o la hipertensión, elevan la probabilidad de enfermedad cardiovascular en la edad adulta.

Otro aspecto relevante es la salud del endometrio. La falta de ovulación continuada implica que este tejido reciba una estimulación estrogénica constante, sin el efecto protector de la progesterona. Esto puede provocar un engrosamiento progresivo del endometrio y aumentar el riesgo de hiperplasia endometrial, una lesión que, en algunos casos, puede derivar en cambios precancerosos si no se detecta y trata a tiempo.

Tampoco deben pasarse por alto las repercusiones emocionales. El acné, el exceso de vello o la dificultad para perder peso afectan a la autoestima y a la forma en la que muchas mujeres se relacionan con su propio cuerpo. Además, la incertidumbre sobre la fertilidad futura o los diagnósticos tardíos favorecen la aparición de ansiedad y depresión, lo que convierte al SOP en un trastorno que no solo afecta al organismo, sino también al bienestar psicológico.

El impacto acumulado del SOP a lo largo de la vida

Las consecuencias del SOP no se presentan todas a la vez, sino que se van acumulando en diferentes etapas de la vida. En la adolescencia predominan los síntomas visibles en la piel y las alteraciones menstruales. En la juventud, el foco suele estar en la fertilidad y en la dificultad para concebir. Más adelante, el peso de la enfermedad se desplaza hacia el metabolismo y la salud cardiovascular. Por eso, el seguimiento médico a largo plazo es esencial, incluso cuando los síntomas parecen estar bajo control, ya que cada etapa trae consigo nuevos desafíos que conviene anticipar y prevenir.

Opciones de tratamiento para el Síndrome de Ovario Poliquístico

El tratamiento del síndrome de ovario poliquístico depende en gran medida de los síntomas que predominen en cada mujer y de si en ese momento existe o no deseo de embarazo. No todas las pacientes tienen las mismas prioridades: mientras unas buscan regular sus ciclos y mejorar problemas como el acné o el exceso de vello, otras necesitan centrarse en la fertilidad o en controlar el impacto metabólico.

Cambios de estilo de vida

El primer paso es siempre mejorar hábitos. La alimentación equilibrada y la actividad física regular tienen un impacto directo en la sensibilidad a la insulina y en la regulación de los ciclos. Incluso pérdidas de peso relativamente pequeñas en mujeres con sobrepeso mejoran de manera significativa el cuadro clínico.

Tratamiento cuando no se busca embarazo

Los anticonceptivos hormonales combinados son la opción más habitual. No solo regulan el ciclo, sino que también ayudan a controlar el acné y el exceso de vello. En algunos casos se añaden fármacos con efecto antiandrógeno, aunque siempre bajo supervisión y con medidas anticonceptivas eficaces para evitar riesgos durante un posible embarazo. Si la resistencia a la insulina está presente, la metformina se convierte en un aliado útil, especialmente en mujeres con alteración de la glucosa.

Estrategias si hay deseo gestacional

Cuando el objetivo es conseguir un embarazo, el tratamiento se centra en inducir la ovulación. El letrozol es el fármaco de primera línea, con tasas de éxito superiores a las del clásico citrato de clomifeno. En algunos casos puede ser necesario recurrir a gonadotropinas o a técnicas de reproducción asistida, siempre valorando cada situación individualmente.

SOP y embarazo

El embarazo en mujeres con síndrome de ovario poliquístico es posible, aunque la irregularidad en la ovulación puede hacer que tarde más en llegar o que necesite ayuda médica. En muchos casos, los tratamientos para inducir la ovulación —como el letrozol o el clomifeno— resultan eficaces, y en situaciones más complejas se recurre a técnicas de reproducción asistida.

Antes de buscar embarazo es recomendable una revisión preconcepcional. Controlar el peso, la glucosa y la presión arterial ayuda a reducir complicaciones, y pequeños cambios en los hábitos de vida pueden mejorar la fertilidad de manera natural. Durante la gestación, el seguimiento debe ser más estrecho, porque existe un mayor riesgo de diabetes gestacional, hipertensión o preeclampsia.

En los casos en que se recurre a tratamientos de fertilidad, los especialistas ajustan los protocolos para evitar la hiperestimulación ovárica, un riesgo que es mayor en mujeres con SOP. Con el acompañamiento adecuado, la mayoría consigue un embarazo seguro y un buen desarrollo del bebé.

Vivir con SOP: consejos prácticos y cuándo acudir al especialista

Convivir con el SOP implica cuidar distintos aspectos de la salud. La alimentación basada en un patrón mediterráneo, el ejercicio físico regular y el control de peso son pilares fundamentales. Revisar con el médico la mejor estrategia para proteger el endometrio en caso de ciclos irregulares también es clave, al igual que programar controles periódicos de glucosa y colesterol.

Conviene consultar con el ginecólogo si los ciclos se vuelven muy irregulares, si aparecen signos de exceso de andrógenos de difícil control o si se tienen problemas para lograr embarazo. La derivación a endocrinología se recomienda cuando predominan los trastornos metabólicos o existen dudas diagnósticas. En muchos casos, la atención multidisciplinar con nutrición y apoyo psicológico aporta un gran valor añadido.

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Preguntas frecuentes sobre el SOP

El síndrome de ovario poliquístico despierta muchas dudas en las mujeres que lo padecen o sospechan que pueden tenerlo. Algunas preguntas se repiten en consulta una y otra vez, porque afectan a la vida diaria, a la fertilidad y a la salud a largo plazo. Reunimos aquí las cuestiones más habituales, con respuestas claras y sencillas, para resolver esas inquietudes y ayudarte a comprender mejor cómo puede influir el SOP en cada etapa de la vida.

¿Qué es el síndrome de ovario poliquístico (SOP)?

Es un trastorno hormonal y metabólico que afecta a mujeres en edad fértil. Se caracteriza por alteraciones en la ovulación, exceso de andrógenos y, en algunos casos, ovarios con muchos folículos visibles en ecografía.

¿Cuáles son los síntomas más comunes del SOP?

Los más habituales son reglas irregulares o ausentes, dificultad para ovular, exceso de vello, acné persistente, caída de cabello y tendencia a ganar peso con facilidad. No todas las mujeres presentan los mismos síntomas ni con la misma intensidad.

¿El SOP impide quedarse embarazada?

No necesariamente. Muchas mujeres con SOP logran embarazo, aunque puede requerir más tiempo o la ayuda de tratamientos médicos que regulen la ovulación. La fertilidad está reducida, pero no anulada.

¿Cómo se diagnostica el SOP?

El diagnóstico se basa en criterios clínicos, analíticos y ecográficos. Se necesitan al menos dos de tres hallazgos: alteraciones de la ovulación, exceso de andrógenos o aspecto poliquístico en ecografía, siempre descartando otras enfermedades.

¿El SOP desaparece con el tiempo?

No se cura de forma definitiva. Los síntomas cambian según la etapa de la vida: en la adolescencia predominan las alteraciones menstruales y en la edad adulta los problemas de fertilidad o metabólicos. Tras la menopausia, aunque la ovulación deja de ser relevante, persiste el riesgo metabólico.

¿El SOP engorda?

El SOP no engorda por sí solo, pero la resistencia a la insulina que lo acompaña favorece la ganancia de peso y dificulta perderlo. Mantener hábitos saludables ayuda a mejorar tanto el metabolismo como la regularidad del ciclo.

¿Qué tratamiento existe para el SOP?

Depende de los síntomas y del deseo de embarazo. Puede incluir cambios en el estilo de vida, anticonceptivos combinados, fármacos que regulen la insulina como la metformina o inductores de la ovulación en caso de búsqueda gestacional.

¿Qué riesgos tiene no tratar el SOP?

Si no se controla, puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión, colesterol elevado, problemas cardiovasculares y alteraciones del endometrio. También puede tener un impacto en la salud mental.