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Dolor de estómago, diarrea y digestión lenta: molestias digestivas típicas del verano

miércoles, 18 de junio de 2025

El verano trae consigo cambios que, en muchos casos, pasan factura a nuestro aparato digestivo. El aumento de temperaturas, la deshidratación, los horarios alterados o la improvisación en las comidas pueden desencadenar molestias digestivas incluso en personas que no suelen tenerlas. Y en quienes ya arrastran una digestión más delicada, la situación puede agravarse con facilidad.

A diferencia de otras estaciones, el verano no solo cambia lo que comemos, sino también cómo y cuándo lo hacemos. Se come más fuera de casa, se duerme peor, se bebe menos agua de la necesaria y se tiende a descuidar el equilibrio entre lo que el cuerpo necesita y lo que realmente le damos. Todo eso repercute, en mayor o menor medida, en nuestro sistema digestivo. Por eso es importante entender qué cambios ocurren y cómo prevenir sus consecuencias.

¿Por qué el calor afecta a la digestión?

Los mecanismos fisiológicos que regulan la digestión están estrechamente ligados a otros procesos del cuerpo, como la circulación, la hidratación y el ritmo del sistema nervioso. Cuando suben las temperaturas, el organismo prioriza mantener estable la temperatura corporal. Para ello, redistribuye el flujo sanguíneo hacia la piel y reduce el riego a órganos internos como el estómago o el intestino, lo que puede enlentecer la digestión.

Además, es habitual que durante el verano se reduzca el consumo de agua, se alteren los horarios de las comidas o se coma más deprisa y en ambientes calurosos. Este conjunto de factores también influye en la motilidad intestinal y en la producción de jugos gástricos, afectando directamente a la eficiencia del sistema digestivo.

Molestias digestivas frecuentes en verano

La combinación de calor, deshidratación y cambios de rutina favorece la aparición de molestias digestivas que, si bien suelen ser leves, pueden interferir de forma notable en el bienestar diario. Las más frecuentes son la diarrea, la hinchazón abdominal, el reflujo y el estreñimiento.

Dificultad para digerir y sensación de pesadez

Las comidas copiosas o con alto contenido en grasa se toleran peor con altas temperaturas. Además, si se consumen en horarios tardíos o en ambientes poco ventilados, es más probable que aparezca la típica sensación de estómago lleno o digestión interminable. No es raro que en esta época aumenten las búsquedas de remedios para digestión pesada en verano, cuando lo más eficaz suele ser una dieta más ligera y horarios estables.

Hinchazón abdominal y gases

Los cambios en la dieta —con más fritos, refrescos, alcohol y alimentos fermentables— favorecen la distensión abdominal. También influyen la falta de fibra y una menor actividad física, que ralentizan el tránsito intestinal. En muchos casos, se desconoce que ciertos alimentos consumidos con más frecuencia en verano, como los helados industriales o los batidos preparados, están entre los alimentos que empeoran la digestión en verano.

Estreñimiento asociado al calor

La pérdida de líquidos por el sudor, sumada a una ingesta insuficiente de agua y una dieta baja en fibra, dificulta el tránsito y puede acentuar el estreñimiento. El sedentarismo propio de las vacaciones también contribuye. Es habitual que muchas personas pregunten cómo evitar el estreñimiento en verano, y la respuesta suele pasar por una correcta hidratación, una alimentación rica en fibra y mantener cierto nivel de actividad física diaria.

Diarrea leve o del viajero

En viajes, sobre todo a zonas con diferencias en la calidad del agua o en los hábitos higiénicos, es común sufrir alteraciones intestinales. Aunque suelen ser autolimitadas, conviene tener precaución para evitar complicaciones por deshidratación. Una duda habitual es ¿es normal tener diarrea con el cambio de agua en vacaciones?. La respuesta es sí, ya que los cambios en la flora intestinal o la composición del agua pueden provocar alteraciones leves, especialmente si se combina con alimentos nuevos o mal conservados.

Reflujo gastroesofágico

Cenar tarde, comer rápido, abusar de alimentos ácidos o irritantes, y tumbarse justo después de comer favorecen el ascenso del contenido gástrico hacia el esófago. En verano, estos hábitos se multiplican, y es frecuente que personas sin antecedentes sufran episodios de ardor o acidez.

 

Cómo prevenir los problemas digestivos estivales

El primer paso para cuidar la salud digestiva en verano es ser consciente de cómo afectan los cambios estacionales al organismo. Con pequeños ajustes en los hábitos cotidianos es posible reducir significativamente la aparición de síntomas.

Mantener una buena hidratación es esencial para asegurar un tránsito intestinal adecuado y evitar la pesadez estomacal. Se recomienda beber agua de forma regular a lo largo del día, aunque no se tenga sed, y evitar el exceso de bebidas azucaradas, alcohol y refrescos con gas.

También es recomendable optar por comidas más ligeras, con un mayor contenido en frutas, verduras frescas y alimentos cocinados de forma sencilla. Evitar los excesos, especialmente por la noche, puede reducir la probabilidad de sufrir reflujo o digestiones lentas. En caso de comer fuera, conviene elegir lugares donde las condiciones higiénicas sean adecuadas y donde los alimentos se mantengan bien refrigerados.

Por último, mantener cierta regularidad en los horarios, tanto de comida como de sueño, ayuda a que el aparato digestivo funcione de forma más eficiente. El intestino es un órgano muy sensible a los cambios de ritmo y agradecerá una rutina lo más estable posible.

Problemas digestivos en niños durante el verano

Los niños son especialmente sensibles a los cambios que trae el verano, tanto por su sistema digestivo aún inmaduro como por sus hábitos más variables. Las altas temperaturas, la exposición a bacterias en piscinas o playas, y la menor vigilancia sobre lo que comen pueden favorecer la aparición de síntomas digestivos.

Las diarreas estivales son especialmente frecuentes en los más pequeños, muchas veces causadas por virus o alimentos mal conservados. En la mayoría de los casos, se resuelven en pocos días, pero hay que prestar atención a los signos de deshidratación, ya que los niños pierden líquidos más rápido que los adultos.

También es común que presenten gases o dolor abdominal tras excesos con bebidas frías, helados o alimentos difíciles de digerir. Mantener una alimentación equilibrada, promover una hidratación constante y limitar el consumo de productos ultraprocesados son claves para evitar complicaciones.

Molestias digestivas en personas mayores

En las personas mayores, el aparato digestivo responde de forma más lenta, y los cambios de temperatura o de rutina pueden afectarlo de forma más acusada. Además, muchos mayores toman medicación crónica que puede interferir con la digestión o alterar la motilidad intestinal.

El estreñimiento es uno de los problemas más comunes en este grupo de edad, y durante el verano tiende a empeorar por la deshidratación o la menor actividad física. También hay que tener en cuenta que las defensas del sistema digestivo pueden estar más debilitadas, lo que aumenta el riesgo de infecciones o intolerancias.

Es importante fomentar una dieta rica en fibra, con una buena hidratación y mantener una supervisión activa en el caso de síntomas persistentes o cambios en el hábito intestinal. En personas mayores, incluso un cuadro leve de diarrea puede tener consecuencias más importantes, por lo que no debe banalizarse.

➡️ ¿Y si tengo más dudas sobre las molestias digestivas?

 

Pues es muy sencillo, puedes mandarnos un correo electrónico a info@hospitallaantigua.com o bien puedes llamarnos por teléfono al teléfono 949 223 600.
Estaremos encantados de atenderte y resolver todas tus dudas.

Cuándo consultar con un profesional

Aunque muchas de las molestias digestivas estivales se resuelven solas, hay situaciones que requieren atención médica para descartar complicaciones mayores. Si los síntomas se mantienen durante varios días, si hay dolor abdominal intenso, sangre en las heces o signos de deshidratación, conviene acudir al médico para una evaluación adecuada.

En personas con enfermedades digestivas previas, como enfermedad inflamatoria intestinal, colon irritable o dispepsia funcional, también es recomendable ajustar el tratamiento o las pautas de alimentación durante el verano, ya que los brotes pueden desencadenarse con más facilidad.