La otitis es una de esas afecciones comunes que muchas personas han sufrido alguna vez, especialmente durante la infancia. Ese dolor repentino y punzante en el oído, que a veces viene acompañado de fiebre, supuración o sensación de oído taponado, puede deberse a múltiples causas y presentarse de formas distintas según la edad, el tipo de otitis y el estado general de salud.
Aunque suele relacionarse con el verano y los baños en la piscina, la otitis no entiende de estaciones. Algunas aparecen de forma aguda y dolorosa, mientras que otras se desarrollan de forma más lenta, silenciosa y persistente. Y si no se detectan y tratan bien, pueden dejar secuelas como pérdida de audición o infecciones de repetición.
Saber identificar una otitis a tiempo puede marcar la diferencia entre una simple molestia y un problema mayor. No es una afección exclusiva de la infancia: también puede afectar a adultos y personas mayores, con síntomas que van desde el clásico dolor punzante hasta la pérdida de audición o la supuración. Por eso conviene tener claro qué tipos existen, por qué aparecen, cómo se manifiestan y qué tratamiento requiere cada caso.
¿Qué es la otitis?
La otitis es una inflamación del oído que puede aparecer en distintas partes: el conducto auditivo externo, el oído medio (detrás del tímpano) o el oído interno. La mayoría de las veces tiene un origen infeccioso, ya sea por bacterias o virus, aunque también puede deberse a factores mecánicos, alérgicos o incluso a cambios bruscos de presión.
En función de la zona afectada, distinguimos principalmente tres tipos: otitis externa, otitis media y otitis interna. Cada una tiene sus características propias, que conviene conocer para poder identificarla a tiempo.
Tipos de otitis y cómo reconocerlas
No todas las otitis son iguales. Dependiendo de la parte del oído que se inflame —ya sea el conducto externo, el oído medio o el oído interno— los síntomas, el tratamiento e incluso la gravedad del problema pueden variar notablemente. Te explicamos los tipos más frecuentes de otitis, sus características principales y cómo se manifiestan en cada caso.
Otitis externa
También conocida como “oído de nadador”, esta forma de otitis afecta al canal auditivo externo. Es más frecuente en verano, tras baños prolongados en piscinas o playas, aunque también puede aparecer por el uso de bastoncillos o por pequeñas heridas en la piel del oído.
Suele provocar dolor al tocar o mover la oreja, picor intenso e incluso supuración. Aunque no suele ser grave, puede ser muy molesta si no se trata correctamente.
Otitis media aguda
Es la forma más común entre los niños. Suele aparecer después de una infección respiratoria —como un catarro o una gripe—, cuando se inflama la trompa de Eustaquio y se acumula moco en el oído medio, facilitando la proliferación de bacterias.
El dolor de oído es intenso, puede ir acompañado de fiebre, irritabilidad e incluso supuración si se rompe el tímpano. A veces también se nota pérdida temporal de audición.
Otitis media serosa
Tras una otitis aguda, es posible que el líquido permanezca retenido en el oído medio durante semanas sin que haya una infección activa. Esto se conoce como otitis serosa o con derrame. A menudo no duele, pero puede provocar sensación de taponamiento o pérdida auditiva leve.
En la mayoría de los casos se resuelve sola, aunque conviene vigilarla si dura más de lo esperado.
Otitis crónica
Cuando la inflamación del oído medio se repite con frecuencia o se mantiene durante más de tres meses, hablamos de otitis media crónica. Puede dañar el tímpano o los huesos del oído y causar problemas auditivos a largo plazo.
En estos casos suele ser necesario un seguimiento más estrecho por parte del otorrino.