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Obesidad y problemas cardíacos: cuando el exceso de kilos pasa factura al corazón

miércoles, 22 de octubre de 2025

El corazón es uno de los órganos que más nota el peso del cuerpo. No solo de forma simbólica, sino literal. Cada kilo de más supone un esfuerzo adicional para un músculo que trabaja sin descanso. Por eso, cuando el sobrepeso se convierte en obesidad, el sistema cardiovascular empieza a resentirse, aunque al principio apenas se noten los síntomas.

La obesidad no es solo una cuestión estética: es un problema de salud que afecta al metabolismo, la presión arterial y el equilibrio hormonal. Todo esto repercute directamente en el corazón. Con el paso del tiempo, ese exceso de grasa corporal puede dañar las arterias, alterar el ritmo cardíaco y aumentar el riesgo de sufrir un infarto o una insuficiencia cardíaca.

Comprender por qué la obesidad pone en riesgo el corazón, reconocer las señales de alerta y actuar a tiempo son pasos clave para prevenir complicaciones graves. Cuidar el peso no es solo un objetivo estético, sino una de las mejores decisiones que se pueden tomar para proteger la salud cardíaca.

Qué es la obesidad y cómo pone en alerta al corazón

La obesidad se produce cuando el cuerpo acumula más grasa de la que puede gestionar. Se mide habitualmente mediante el índice de masa corporal (IMC), y se considera obesidad cuando este supera 30. Pero más allá de la cifra, lo que realmente importa es dónde se acumula esa grasa y cómo afecta al organismo.

El exceso de grasa corporal provoca un aumento de la presión arterial, eleva los niveles de colesterol y altera la capacidad del cuerpo para utilizar la insulina. Esta combinación, conocida como síndrome metabólico, multiplica las posibilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Cuando el corazón tiene que bombear sangre a través de un cuerpo con mayor masa corporal, trabaja bajo presión. Su tamaño puede aumentar, sus paredes se engrosan y, con el tiempo, el músculo se fatiga. Esa sobrecarga constante explica por qué las personas con obesidad tienen más probabilidades de sufrir hipertensión, arritmias o insuficiencia cardíaca.

Grasa abdominal y riesgo cardíaco: una relación peligrosa

No toda la grasa corporal tiene el mismo impacto en la salud. La grasa abdominal o visceral, la que se acumula alrededor de los órganos internos, es especialmente dañina para el corazón. A diferencia de la grasa subcutánea, que se encuentra bajo la piel, la grasa visceral libera sustancias inflamatorias que deterioran los vasos sanguíneos y favorecen la formación de placas de colesterol.

Esa inflamación crónica contribuye al endurecimiento y estrechamiento de las arterias, un proceso conocido como arteriosclerosis. Con el tiempo, el flujo de sangre al corazón se reduce, lo que aumenta el riesgo de infarto, angina de pecho y otras enfermedades coronarias. Por eso, incluso personas con un peso aparentemente normal pero con exceso de grasa abdominal pueden tener un riesgo cardíaco elevado.

Cómo la obesidad daña el corazón: del esfuerzo extra al infarto

El corazón de una persona con obesidad no solo late más rápido, sino que lo hace con más fuerza. Cada vez que bombea, debe mover la sangre a través de un cuerpo más grande, con tejidos que exigen más oxígeno y nutrientes. Esa sobrecarga constante acaba afectando tanto a la estructura como a la función cardíaca.

Uno de los primeros efectos es la hipertrofia del ventrículo izquierdo, es decir, el engrosamiento de la pared del corazón. Al principio puede ser una respuesta compensatoria, pero con el tiempo esa adaptación se vuelve perjudicial y reduce la capacidad del corazón para contraerse con eficacia.

Además, la obesidad suele acompañarse de hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol y resistencia a la insulina, tres factores que aceleran el daño en las arterias. El resultado es un terreno propicio para el desarrollo de infarto de miocardio, ictus y insuficiencia cardíaca crónica.

En las fases avanzadas, pueden aparecer arritmias (alteraciones en el ritmo del corazón) y disnea (falta de aire al realizar esfuerzos mínimos). Estos síntomas indican que el corazón está sobrecargado y necesita atención médica.

Obesidad y riesgo de infarto: lo que los kilos extra pueden hacer al músculo cardíaco

El vínculo entre obesidad e infarto es directo. La acumulación de grasa, especialmente en el abdomen, altera el metabolismo de los lípidos y favorece la formación de placas en las arterias coronarias. Si una de esas placas se rompe, puede obstruir el flujo sanguíneo y provocar un infarto agudo de miocardio.

A este riesgo se suma el efecto de la inflamación sistémica y del aumento de la presión arterial. Cuantos más factores coinciden —colesterol alto, tabaco, sedentarismo o diabetes—, mayor es la probabilidad de sufrir un evento cardiovascular grave. Por eso, reducir el peso corporal y mejorar los hábitos de vida no solo alivia la carga del corazón, sino que también disminuye significativamente el riesgo de infarto.

Enfermedades cardíacas relacionadas con la obesidad

La obesidad es una puerta de entrada a múltiples problemas cardiovasculares. Uno de los más frecuentes es la hipertensión arterial, ya que el aumento del volumen sanguíneo y la resistencia en los vasos obligan al corazón a trabajar más.

También se incrementa el riesgo de enfermedad coronaria, que puede causar angina de pecho o infarto. Con el tiempo, ese esfuerzo constante puede conducir a una insuficiencia cardíaca, en la que el corazón ya no logra bombear sangre de forma eficaz.

Otro problema menos conocido es la fibrilación auricular, una arritmia que se presenta con más frecuencia en personas con obesidad y que aumenta el riesgo de ictus. Todos estos trastornos comparten un mismo origen: un corazón sobrecargado por el exceso de peso y un metabolismo alterado.

Síntomas de alerta y cuándo consultar

Uno de los mayores riesgos de la obesidad es que puede ocultar los síntomas del corazón enfermo. El exceso de peso altera la respiración, aumenta la presión arterial y modifica la forma en que el cuerpo reacciona al esfuerzo. Por eso, señales que deberían generar alarma —como la fatiga o la falta de aire— pueden confundirse con algo pasajero o atribuirse simplemente al cansancio.

Sin embargo, hay síntomas que no deben pasarse por alto. La falta de aire al caminar o subir escaleras, el dolor o la presión en el pecho, las palpitaciones irregulares, la hinchazón en piernas, tobillos o abdomen y la fatiga persistente son indicios de que el corazón podría estar trabajando bajo una sobrecarga. También merece atención la sensación de opresión o ardor que aparece con el esfuerzo y mejora al descansar, ya que puede corresponderse con una angina de pecho.

En las personas con obesidad, los síntomas del corazón suelen aparecer de forma progresiva y tienden a normalizarse, lo que retrasa la consulta médica. Pero cuanto antes se identifique el problema, más eficaz será el tratamiento. Si las molestias se repiten, si hay mareos, dificultad para respirar o dolor que irradia hacia el brazo o la mandíbula, es esencial acudir al médico sin demora.

Un chequeo sencillo puede aportar información clave: control de la presión arterial, análisis de colesterol y glucosa, electrocardiograma y exploración física. Estas pruebas permiten detectar alteraciones que, tratadas a tiempo, pueden revertirse o controlarse. Consultar ante los primeros signos de alerta no es un acto de preocupación excesiva, sino una forma responsable de proteger el corazón antes de que el daño sea mayor.

Cómo proteger el corazón si tienes obesidad

El corazón es un músculo que también se cansa, sobre todo cuando tiene que trabajar con más peso del necesario. La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, los efectos de la obesidad sobre el sistema cardiovascular son reversibles si se actúa a tiempo. Incluso perder un 5 % del peso corporal puede reducir la presión arterial, mejorar el colesterol y disminuir el riesgo de diabetes, tres factores que influyen directamente en la salud del corazón.

No se trata de alcanzar una cifra concreta en la báscula, sino de recuperar un equilibrio que permita al organismo funcionar sin sobreesfuerzos. Los cambios más eficaces son los que se pueden mantener en el tiempo: una alimentación variada, movimiento regular y un seguimiento médico constante. Cada pequeño gesto —comer mejor, dormir bien, reducir el estrés— cuenta para devolverle al corazón la tranquilidad que necesita.

Alimentación y ejercicio: dos aliados para fortalecer el corazón

La alimentación es uno de los pilares básicos para cuidar el corazón cuando existe obesidad. Seguir un patrón dietético similar a la dieta mediterránea —rico en frutas, verduras, legumbres, pescado, aceite de oliva y cereales integrales— ayuda a reducir la inflamación y a mejorar el perfil lipídico. Limitar el consumo de alimentos ultraprocesados, grasas saturadas, azúcares añadidos y bebidas alcohólicas es igual de importante: estos productos sobrecargan el metabolismo y elevan la tensión arterial.

Tan relevante como la comida es el movimiento diario. El ejercicio regular mejora la circulación, fortalece el músculo cardíaco y ayuda al cuerpo a utilizar mejor la insulina. No hace falta practicar deporte de alta intensidad: caminar media hora al día, nadar, pedalear en bicicleta o realizar ejercicios suaves de fuerza puede marcar una diferencia real. Lo fundamental es moverse con constancia, no con prisa.

El ejercicio, además, tiene un efecto positivo sobre el estado de ánimo. Reduce el estrés, mejora el sueño y facilita mantener una rutina más equilibrada. En personas con obesidad, la actividad física guiada por un especialista evita lesiones y permite aumentar la intensidad progresivamente, respetando los límites del cuerpo.

Cuidar la salud cardiovascular implica también escuchar al propio organismo. Las revisiones periódicas, los controles de tensión y colesterol, y las consultas médicas ayudan a prevenir complicaciones y a detectar cualquier cambio a tiempo. Cuidarse no es solo perder peso, sino aprender a mantenerlo de forma saludable y duradera.

➡️ ¿Y si tengo más dudas sobre cómo afecta el sobrepeso al corazón?

Pues es muy sencillo, puedes mandarnos un correo electrónico a info@hospitallaantigua.com o bien puedes llamarnos por teléfono al teléfono 949 223 600.
Estaremos encantados de atenderte y resolver todas tus dudas.

Preguntas frecuentes sobre obesidad y corazón

Muchas personas se preguntan si el exceso de peso siempre termina afectando al corazón. La realidad es que no ocurre de forma inmediata, pero cuanto más tiempo se mantiene la obesidad, más probable es que el corazón y los vasos sanguíneos empiecen a sufrir las consecuencias. Resolver algunas dudas comunes puede ayudar a comprender cómo cuidar el sistema cardiovascular y qué medidas tomar a tiempo para prevenir complicaciones.

¿Por qué la obesidad aumenta el riesgo de infarto y otras enfermedades del corazón?

Porque el exceso de grasa provoca inflamación en los vasos sanguíneos, eleva el colesterol y la presión arterial, y favorece la formación de placas en las arterias. Con el tiempo, esas placas pueden obstruir el flujo de sangre al corazón y desencadenar un infarto o una angina de pecho.

¿Cómo puedo prevenir enfermedades del corazón si tengo obesidad?

El primer paso es perder peso de manera gradual y mantener una alimentación equilibrada. También es fundamental dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol y realizar ejercicio con regularidad. Controlar la tensión, el colesterol y la glucosa en sangre ayuda a prevenir complicaciones cardíacas antes de que aparezcan.

¿Qué pasa si tengo obesidad y presión alta?

La hipertensión es uno de los efectos más frecuentes de la obesidad. El corazón tiene que bombear con más fuerza para mover la sangre por un cuerpo más grande, lo que aumenta el esfuerzo y el desgaste de sus paredes. Si además hay colesterol alto o diabetes, el riesgo de infarto se multiplica.

¿La obesidad puede causar arritmias o insuficiencia cardíaca?

Sí. El exceso de peso altera la estructura del corazón y puede afectar su ritmo. La fibrilación auricular, una de las arritmias más comunes, es más frecuente en personas con obesidad. Además, el corazón puede debilitarse con los años y perder capacidad para bombear sangre con eficacia, lo que se conoce como insuficiencia cardíaca.

¿Qué beneficios tiene bajar de peso para el corazón?

Perder peso alivia la carga del corazón, reduce la presión arterial, mejora los niveles de colesterol y disminuye la inflamación. Incluso una pérdida del 5 al 10 % del peso corporal mejora notablemente la función cardíaca y la capacidad para realizar ejercicio sin fatiga.

¿Cuánto peso debo perder para notar una mejoría en la salud del corazón?

No es necesario alcanzar un peso “ideal” para notar cambios positivos. Bajar entre un 5 y un 10 % del peso total ya reduce la presión arterial, mejora la circulación y ayuda a controlar la glucosa. Lo importante es mantener esa pérdida de forma estable y acompañarla de hábitos saludables.