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Ictericia fisiológica en recién nacidos: ¿por qué algunos bebés se ponen amarillos al nacer?

miércoles, 9 de julio de 2025

Puede ser una de las primeras cosas que llama la atención tras el parto: el bebé tiene un tono amarillento en la piel o en la parte blanca de los ojos. No es algo extraño, de hecho ocurre en más de la mitad de los recién nacidos. Se trata de la llamada ictericia fisiológica, una situación frecuente en los primeros días de vida que suele resolverse de forma espontánea, sin dejar secuelas.

Aunque puede generar cierta inquietud en las familias, en la mayoría de los casos no se trata de una señal de enfermedad, sino de una adaptación temporal del organismo del bebé al nuevo entorno fuera del útero. Aun así, hay algunos signos que conviene vigilar y momentos en los que esta ictericia puede requerir seguimiento médico o incluso tratamiento.

Saber identificar cuándo es parte del desarrollo normal y cuándo necesita una valoración profesional es clave para acompañar estos primeros días con más tranquilidad.

¿Qué es la ictericia fisiológica?

La ictericia fisiológica es una coloración amarillenta de la piel y de la parte blanca de los ojos que aparece en muchos recién nacidos durante los primeros días de vida. Este tono amarillento se debe a un aumento transitorio de bilirrubina en sangre, un pigmento que se libera cuando el cuerpo descompone los glóbulos rojos.

En condiciones normales, la bilirrubina se procesa en el hígado y se elimina a través de las heces. Sin embargo, en los bebés recién nacidos este sistema todavía está madurando. Su hígado no es lo bastante eficaz para eliminar toda la bilirrubina generada, por lo que se acumula en el cuerpo durante unos días, provocando ese cambio de color en la piel.

Lejos de ser una enfermedad, la ictericia fisiológica se considera una respuesta natural y frecuente en la adaptación del bebé a la vida fuera del útero. Aparece en más del 50 % de los recién nacidos a término y en un porcentaje aún mayor de los prematuros. Lo habitual es que se manifieste entre el segundo y cuarto día de vida y desaparezca por sí sola hacia el final de la primera semana.

Aunque en la mayoría de los casos no requiere tratamiento, es importante vigilar su evolución para detectar posibles complicaciones o formas no fisiológicas que sí podrían necesitar atención médica.

¿Por qué ocurre la ictericia en los recién nacidos?

La ictericia en los primeros días de vida tiene una explicación fisiológica: el cuerpo del recién nacido atraviesa una serie de cambios intensos para adaptarse a la vida fuera del útero. Uno de ellos es la transformación de su sistema sanguíneo. Durante el embarazo, el bebé utiliza un tipo especial de hemoglobina que, tras el parto, empieza a degradarse para dar paso a la hemoglobina adulta. Este proceso genera una gran cantidad de bilirrubina, que es el pigmento responsable del color amarillento.

El hígado es el órgano encargado de procesar y eliminar esa bilirrubina, pero en los recién nacidos aún no funciona a pleno rendimiento. Es decir, la producción de bilirrubina se dispara justo en un momento en el que el sistema de eliminación todavía es inmaduro. El resultado: una acumulación temporal de bilirrubina en sangre que se manifiesta en la piel y en los ojos.

A esto se suman otros factores que pueden favorecer o intensificar la ictericia fisiológica, como el nacimiento prematuro, las dificultades iniciales con la lactancia o una pérdida excesiva de peso en los primeros días. En cualquier caso, lo más habitual es que este fenómeno se produzca entre el segundo y el cuarto día de vida y se resuelva por sí solo conforme el hígado del bebé empieza a funcionar con más eficacia.

Cambios en el metabolismo de la bilirrubina

En el útero, el bebé utiliza una hemoglobina distinta, adaptada a la vida fetal. Al nacer, este tipo de glóbulos rojos comienza a degradarse rápidamente, lo que produce un aumento considerable de bilirrubina. El problema es que el hígado del recién nacido todavía está madurando, y durante los primeros días no consigue eliminar este exceso con la misma eficacia que el de un adulto.

Factores que favorecen su aparición

Hay algunas situaciones que aumentan el riesgo o la intensidad de la ictericia fisiológica:

  • Nacer antes de la semana 38 (prematuridad).
  • Tener una pérdida de peso significativa en los primeros días de vida.
  • Iniciar la lactancia con poca frecuencia o con dificultades.
  • Tener antecedentes familiares: si algún hermano presentó ictericia, es más probable que se repita.

En la mayoría de los casos, esta ictericia aparece entre el segundo y cuarto día de vida y se resuelve en una o dos semanas, a medida que el sistema hepático del bebé se adapta a su nueva función fuera del útero.

¿Cuándo aparece y cuánto dura la ictericia fisiológica?

Lo más habitual es que la ictericia fisiológica comience entre el segundo y el cuarto día de vida. Rara vez aparece en las primeras 24 horas, y si lo hace, suele considerarse un signo de alarma que requiere una valoración médica.

El momento en el que se manifiesta no es casual. Durante los primeros días tras el nacimiento, el cuerpo del bebé se encuentra en pleno proceso de adaptación: se produce un recambio masivo de glóbulos rojos fetales y, al mismo tiempo, el hígado todavía no ha alcanzado la madurez suficiente para eliminar con eficacia toda la bilirrubina generada.

El pico máximo de coloración amarilla suele alcanzarse entre el tercer y el quinto día, especialmente en la zona del rostro y la parte superior del tronco. A partir de ahí, si todo evoluciona con normalidad, el tono empieza a disminuir progresivamente.

En la mayoría de los bebés nacidos a término y sanos, la ictericia desaparece por completo entre el séptimo y décimo día de vida. En los prematuros, este proceso puede prolongarse algo más, incluso hasta las dos semanas, pero siempre bajo la supervisión del equipo pediátrico para asegurar que no se trata de una forma patológica.

¿Cuándo hay que preocuparse? Señales de alerta

Aunque la ictericia fisiológica es un proceso normal, hay ciertos signos que indican que puede tratarse de una ictericia patológica, que sí requiere valoración médica:

  • Si aparece en las primeras 24 horas de vida.
  • Si la coloración amarilla es muy intensa o afecta a todo el cuerpo, incluidas palmas de las manos y plantas de los pies.
  • Si la ictericia persiste más allá de los 14 días en un recién nacido a término.
  • Si se acompaña de otros síntomas como fiebre, dificultad para mamar, decaimiento o somnolencia excesiva.

En estos casos, es fundamental consultar con el pediatra, ya que podría tratarse de una infección, una incompatibilidad de grupo sanguíneo o un problema hepático.

¿Es normal o hay que preocuparse? Diferencias entre ictericia fisiológica y patológica

La ictericia fisiológica es una respuesta normal del cuerpo del recién nacido durante los primeros días de vida. No se considera una enfermedad, sino una adaptación temporal que se resuelve sola en la mayoría de los casos. En cambio, la ictericia patológica sí puede deberse a una causa médica que requiere atención y tratamiento.

Estas son las principales diferencias entre ambas:

  • Momento de aparición: la ictericia fisiológica aparece después de las primeras 24 horas de vida, mientras que la patológica puede manifestarse ya en las primeras horas, lo cual es motivo de evaluación urgente.
  • Evolución: en la forma fisiológica, el color amarillento aumenta de forma progresiva y se resuelve gradualmente sin necesidad de intervención. En la forma patológica, el tono se intensifica rápidamente y puede continuar empeorando sin tratamiento.
  • Duración: la ictericia fisiológica suele durar menos de una semana en los bebés nacidos a término. Si se alarga más allá de los 10-14 días, especialmente con niveles altos de bilirrubina, podría tratarse de una ictericia patológica.
  • Niveles de bilirrubina: en los casos fisiológicos, los valores son moderadamente elevados, pero dentro de lo que se considera seguro. En cambio, en la ictericia patológica los niveles pueden ser muy altos, con riesgo de afectar al sistema nervioso si no se actúa a tiempo.
  • Síntomas asociados: la ictericia fisiológica no suele ir acompañada de otros síntomas. En cambio, si el bebé está apático, no se alimenta bien, tiene fiebre o se muestra excesivamente somnoliento, puede haber una causa médica detrás.

¿Hay que tratar la ictericia fisiológica?

En la mayoría de los casos, no es necesario tratamiento. Bastará con controlar que el bebé se alimente bien y vaya eliminando correctamente la bilirrubina mediante las heces y la orina.

Cuando los niveles superan un umbral considerado seguro, se puede iniciar:

  • Fototerapia: el bebé se expone a una luz especial que ayuda a descomponer la bilirrubina en la piel para facilitar su eliminación.
  • En casos muy raros, pueden considerarse otras opciones, como la exanguinotransfusión, pero esto solo ocurre en ictericias graves o patológicas.

¿Qué puedo hacer si mi bebé está amarillo?

Lo más importante es mantener una buena alimentación desde el primer momento. La bilirrubina se elimina principalmente a través de las heces, por lo que favorecer las tomas frecuentes ayuda a prevenir y resolver la ictericia.

Consejos básicos:

  • Ofrecer el pecho a demanda o asegurar tomas frecuentes si se usa fórmula.
  • Vigilar si el bebé está somnoliento y cuesta despertarlo para las tomas.
  • Consultar si el color amarillo avanza o no mejora con los días.

➡️ ¿Y si tengo más dudas sobre la ictericia fisiológica?

 

Pues es muy sencillo, puedes mandarnos un correo electrónico a info@hospitallaantigua.com o bien puedes llamarnos por teléfono al teléfono 949 223 600.
Estaremos encantados de atenderte y resolver todas tus dudas.

Ictericia y lactancia materna

Existe una forma de ictericia llamada ictericia de la lactancia, que puede prolongarse más allá de la primera semana sin que haya una causa patológica.

Es importante diferenciarla de la ictericia por deshidratación o por una lactancia insuficiente, que sí puede requerir intervención.

En ningún caso se recomienda suspender la lactancia. Al contrario: mantenerla y reforzarla suele ser lo más beneficioso para el bebé, salvo indicación médica expresa.

Ictericia en bebés prematuros o con bajo peso

Los recién nacidos prematuros o con bajo peso al nacer tienen un riesgo mayor de presentar ictericia, y no es casualidad. En estos casos, la inmadurez del hígado es aún más pronunciada, lo que dificulta el procesamiento y la eliminación de la bilirrubina. Además, sus glóbulos rojos se descomponen más rápidamente, lo que incrementa la producción de bilirrubina en un momento en que su organismo todavía no está preparado para gestionarla adecuadamente.

Por otro lado, estos bebés suelen tener menor fuerza para succionar y alimentarse, lo que puede provocar una eliminación más lenta del pigmento a través de las heces y la orina. Todo esto favorece la acumulación de bilirrubina en sangre durante más tiempo.

En los prematuros, la ictericia puede aparecer de forma más precoz, alcanzar niveles más altos y prolongarse durante más días. Por eso, estos recién nacidos requieren un seguimiento médico más estrecho y, en muchos casos, un tratamiento temprano con fototerapia para evitar complicaciones. El pronóstico suele ser bueno, pero es fundamental actuar a tiempo para prevenir riesgos como la encefalopatía por bilirrubina.