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Hipertiroidismo: qué pasa cuando tu tiroides va por libre

miércoles, 15 de octubre de 2025

Cuando la tiroides va más deprisa de lo que debería, todo el cuerpo lo nota. De pronto, aparecen palpitaciones, el apetito se descontrola, el insomnio se hace habitual y, pese a comer más, la báscula empieza a bajar. El hipertiroidismo es una alteración hormonal que acelera el metabolismo, generando síntomas físicos y emocionales difíciles de ignorar. Aunque se diagnostica más a menudo en mujeres y en edades medias de la vida, puede afectar a cualquier persona y condicionar seriamente su calidad de vida si no se trata a tiempo.

A veces los síntomas son llamativos y otras pasan desapercibidos durante meses, sobre todo cuando el cansancio, la ansiedad o la pérdida de peso se atribuyen a causas como el estrés. Por eso, reconocer sus señales y entender qué ocurre en el cuerpo es clave para llegar al diagnóstico y controlar una situación que, sin tratamiento, puede acarrear complicaciones cardiovasculares, óseas o incluso una crisis tiroidea grave.

Hablar de hipertiroidismo no es solo hablar de una tiroides hiperactiva. Es también entender cómo influyen las hormonas en nuestro estado de ánimo, en el sueño, en el corazón o en la fertilidad. Es aprender a convivir con una condición crónica que, bien controlada, permite hacer una vida completamente normal.

¿Qué es el hipertiroidismo?

El hipertiroidismo es un trastorno del sistema endocrino en el que la glándula tiroides produce más hormonas de las que el cuerpo necesita. Estas hormonas —principalmente la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3)— regulan el metabolismo, es decir, la forma en que el organismo transforma los alimentos en energía y mantiene en funcionamiento los distintos órganos. Cuando hay un exceso, ese metabolismo se acelera y el cuerpo responde con una activación general que afecta al sistema nervioso, al ritmo cardíaco, a la temperatura corporal y a muchas funciones más.

Aunque a menudo se simplifica diciendo que el cuerpo “va demasiado rápido”, en realidad el hipertiroidismo provoca un desequilibrio complejo que implica desde el apetito hasta el estado de ánimo. No todas las personas lo manifiestan de la misma forma, y su evolución puede ser muy distinta según la causa y la edad en la que se diagnostique.

Principales causas del hipertiroidismo

La causa más frecuente de hipertiroidismo en adultos es la enfermedad de Graves-Basedow, un trastorno autoinmune en el que el propio sistema inmunológico estimula de forma inapropiada a la tiroides para que produzca más hormona. Esta hiperestimulación suele provocar un aumento difuso del tamaño de la glándula, lo que se conoce como bocio difuso tóxico.

Otra causa común son los llamados nódulos tiroideos autónomos, es decir, pequeñas áreas dentro de la tiroides que funcionan por su cuenta sin control del organismo. Cuando hay uno solo se llama adenoma tóxico, y cuando hay varios se conoce como bocio multinodular tóxico. Ambos pueden generar hipertiroidismo, especialmente en personas mayores.

En algunos casos, el exceso de hormonas no se debe a una sobreproducción, sino a una liberación brusca de las que ya estaban almacenadas. Es lo que ocurre en algunas tiroiditis, como la subaguda o la posparto. También puede haber casos inducidos por la ingesta excesiva de yodo, ya sea a través de suplementos, alimentos o contrastes radiológicos. A este fenómeno se le conoce como efecto Jod-Basedow.

Aunque más raros, existen otros orígenes posibles, como tumores de hipófisis que producen TSH en exceso, o incluso secreciones hormonales desde tejidos ajenos a la tiroides. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el origen está en la propia glándula y puede identificarse con un estudio adecuado.

¿Qué síntomas provoca el hipertiroidismo?

Aunque no todas las personas los manifiestan igual, el hipertiroidismo suele presentar una combinación de signos físicos, cambios emocionales y alteraciones en distintas funciones del cuerpo. Su variedad de síntomas puede hacer que pase desapercibido o que se confunda con situaciones como el estrés, la ansiedad o una mala época.

Manifestaciones generales y más frecuentes

Lo más habitual es que empiece con una pérdida de peso inexplicable, incluso sin cambios en la dieta o comiendo más de lo habitual. A esto se suma taquicardia, temblores finos en las manos, aumento del apetito y una sensación general de nerviosismo o agitación constante. Muchas personas refieren insomnio, sudoración excesiva y sensación de calor permanente, aunque la temperatura ambiente sea agradable.

A nivel físico también pueden aparecer debilidad muscular, sobre todo en los brazos y piernas, fatiga que no mejora con el descanso, y, en el caso de las mujeres, alteraciones del ciclo menstrual. El estado de ánimo también puede cambiar: es frecuente sentirse más irritable, con dificultad para concentrarse o con una ansiedad que no tiene un motivo claro.

Afectación cardiovascular y síntomas específicos

Cuando el corazón va tan acelerado como el metabolismo, es fácil que aparezcan palpitaciones frecuentes, presión arterial elevada o incluso arritmias, como la fibrilación auricular, especialmente en personas mayores. Estos síntomas cardiovasculares pueden ser la primera pista en pacientes que no tienen otros signos evidentes.

En mujeres jóvenes, el exceso de hormonas tiroideas puede interferir en la ovulación y afectar a la fertilidad. Si no se detecta antes de un embarazo, también puede aumentar el riesgo de complicaciones durante la gestación. Por otra parte, en los casos causados por enfermedad de Graves, es relativamente frecuente que aparezcan síntomas oculares: ojos saltones, lagrimeo, fotofobia (molestia a la luz) y visión borrosa.

¿Cómo se presenta en personas mayores?

En adultos mayores, el cuadro puede ser más sutil. A veces no hay nerviosismo, ni temblores, ni pérdida de peso importante. En su lugar, aparece una especie de apatía, cansancio persistente, decaimiento general o simplemente falta de energía. A este patrón se le conoce como hipertiroidismo apático, y puede retrasar mucho el diagnóstico porque se parece a otros problemas propios de la edad, como la depresión, la anemia o incluso el deterioro cognitivo.

¿Cómo se diagnostica el hipertiroidismo?

El primer paso para llegar al diagnóstico suele ser clínico. Es decir, lo que el médico observa y lo que el paciente cuenta. A veces basta con una consulta para sospecharlo: esa combinación de pérdida de peso, insomnio, nerviosismo, temblores y taquicardia suele encender las alarmas. Sin embargo, como estos síntomas pueden deberse a muchas otras causas —desde el estrés hasta la anemia—, es necesario confirmarlo mediante análisis de sangre.

El análisis básico incluye la medición de la TSH (hormona estimulante del tiroides) y de las hormonas tiroideas libres, sobre todo la T4 y, si es necesario, la T3. En el hipertiroidismo típico, la TSH aparece suprimida —es decir, por debajo de lo normal— y las hormonas tiroideas están elevadas. Cuando la TSH está baja pero la T4 y la T3 aún son normales, hablamos de hipertiroidismo subclínico, una forma más leve que también debe vigilarse.

Para averiguar la causa concreta, en ocasiones se solicitan pruebas adicionales. La más habitual es una gammagrafía tiroidea con captación de yodo, que permite ver cómo está funcionando la glándula y si hay zonas con actividad anómala. También pueden pedirse análisis de anticuerpos específicos cuando se sospecha una causa autoinmune como la enfermedad de Graves.

Tratamiento del hipertiroidismo: opciones y seguimiento

El objetivo principal del tratamiento es frenar la producción excesiva de hormonas tiroideas y controlar los síntomas. La estrategia varía en función de la causa, la edad del paciente, el estado general de salud y, en algunos casos, la planificación de un embarazo. No existe una única fórmula válida para todos los casos, por lo que el tratamiento debe individualizarse.

Medicamentos, yodo radiactivo y cirugía: ¿cuándo se usa cada uno?

La primera opción suele ser el tratamiento farmacológico. Fármacos como el metimazol o el propiltiouracilo actúan reduciendo la producción de hormonas en la tiroides. No actúan de forma inmediata, por lo que en las primeras semanas es habitual complementar con betabloqueantes, como el propranolol, que ayudan a controlar síntomas como la taquicardia, el temblor o el nerviosismo, mejorando la calidad de vida mientras se normalizan los niveles hormonales.

Otra opción es el yodo radiactivo, especialmente en personas adultas con nódulos autónomos o bocio multinodular. Este tratamiento consiste en tomar una dosis oral de yodo radioactivo que destruye de forma selectiva parte del tejido tiroideo. Suele tardar unas semanas en hacer efecto y, aunque es eficaz, puede provocar una disminución excesiva de la función tiroidea. En esos casos, será necesario iniciar tratamiento con hormona tiroidea sustitutiva.

La cirugía se reserva para situaciones específicas: cuando el bocio es muy grande y genera molestias, cuando hay sospecha de malignidad, o cuando no se toleran los tratamientos previos. La intervención puede ser parcial o total, y requiere un seguimiento posterior. Si se extirpa toda la tiroides, el tratamiento con levotiroxina será necesario de por vida, pero permite un control hormonal estable.

Posibles complicaciones si no se trata a tiempo

Un hipertiroidismo no controlado puede dar lugar a múltiples problemas de salud, algunos de ellos graves o incluso potencialmente mortales si no se actúa a tiempo. Aunque el tratamiento suele ser eficaz, ignorar los síntomas o abandonar el seguimiento puede aumentar el riesgo de complicaciones a medio y largo plazo.

De la arritmia al desgaste óseo: efectos reales del hipertiroidismo descontrolado

A nivel cardiovascular, el exceso de hormonas tiroideas aumenta el ritmo cardíaco, favorece las arritmias (sobre todo la fibrilación auricular) y puede desembocar en una insuficiencia cardíaca, especialmente en personas mayores o con antecedentes cardíacos previos. Estos efectos no siempre aparecen de forma brusca: en muchos casos, se van instalando poco a poco, con palpitaciones cada vez más frecuentes o con una sensación de fatiga que no mejora con el descanso.

Otra consecuencia frecuente es la pérdida de masa ósea. Las hormonas tiroideas aceleran el recambio del tejido óseo, lo que puede conducir a osteopenia u osteoporosis si el hipertiroidismo se prolonga en el tiempo. Esta fragilidad aumenta el riesgo de fracturas, sobre todo en mujeres posmenopáusicas y personas mayores.

En casos más extremos, puede producirse una crisis tirotóxica o tormenta tiroidea, una urgencia médica que requiere ingreso hospitalario inmediato. Suele aparecer cuando un hipertiroidismo grave no tratado se ve agravado por una infección, una cirugía, un accidente o incluso por dejar de tomar la medicación de forma brusca. Sus síntomas incluyen fiebre alta, taquicardia descontrolada, vómitos, diarrea, confusión e incluso pérdida de conciencia. Sin tratamiento urgente, puede poner en riesgo la vida.

Por último, aunque a menudo se pasa por alto, el impacto psicológico del hipertiroidismo también puede ser significativo. El desequilibrio hormonal afecta directamente al sistema nervioso y puede provocar irritabilidad constante, ansiedad, cambios de humor repentinos o incluso síntomas similares a un trastorno depresivo o de pánico. En muchas ocasiones, el paciente siente que “no es él mismo” y no logra entender qué le está pasando hasta que se confirma el diagnóstico.

¿Qué pasa si tengo hipertiroidismo y me quedo embarazada?

El embarazo implica un cambio importante en el funcionamiento hormonal del cuerpo, y eso incluye también a la tiroides. En mujeres con hipertiroidismo, ya sea diagnosticado previamente o detectado durante la gestación, es fundamental un control médico estrecho para proteger tanto la salud de la madre como la del bebé.

Cuando el hipertiroidismo está bien tratado antes del embarazo, en la mayoría de los casos no suele haber complicaciones. Sin embargo, si aparece por primera vez durante el primer trimestre —algo que puede suceder, aunque es poco frecuente—, se requiere una evaluación cuidadosa para diferenciarlo de las alteraciones tiroideas leves que pueden aparecer de forma transitoria en esta etapa, como la tirotropinopenia gestacional.

Si se confirma el diagnóstico, el tratamiento suele consistir en antitiroideos a la dosis mínima eficaz, ya que algunos medicamentos pueden atravesar la placenta y afectar al desarrollo fetal. En estos casos, se prefiere el uso de propiltiouracilo durante el primer trimestre y, si es necesario, cambiar a metimazol más adelante.

Un hipertiroidismo mal controlado puede aumentar el riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro, preeclampsia o bajo peso al nacer. Además, en casos graves, puede haber paso de anticuerpos estimulantes al feto, lo que provoca un hipertiroidismo fetal que también debe vigilarse. Por eso es tan importante que estas gestaciones estén supervisadas por un equipo multidisciplinar, con endocrino y obstetra especializados.

Después del parto, la situación puede cambiar. Algunas mujeres experimentan una tiroiditis posparto, con fases de hipertiroidismo y, posteriormente, hipotiroidismo. El seguimiento debe mantenerse, especialmente si hay deseo de lactancia, ya que algunos medicamentos pueden pasar a la leche materna y conviene ajustar la dosis.

¿Cómo se manifiesta el hipertiroidismo en niños y personas mayores?

Aunque la mayoría de los casos de hipertiroidismo se diagnostican en adultos jóvenes, también puede aparecer en la infancia o en la vejez, y en ambos extremos de la vida presenta características propias que conviene tener en cuenta.

En niños y adolescentes, la causa más frecuente es también la enfermedad de Graves. Los síntomas pueden ser similares a los del adulto, con pérdida de peso, nerviosismo, taquicardia o hiperactividad, pero también pueden confundirse con cambios propios del crecimiento o con trastornos de conducta. En algunos casos se detecta por un bajo rendimiento escolar o por una aceleración del crecimiento. El tratamiento es similar al del adulto, aunque el seguimiento endocrinológico debe ser más estrecho, ya que la tiroides influye directamente en el desarrollo físico y madurativo.

En el caso de las personas mayores, el diagnóstico puede ser más difícil. No es raro que el hipertiroidismo se manifieste con apatía, debilidad muscular, cansancio o pérdida de peso sin causa aparente. A veces, la única pista es la aparición de una fibrilación auricular de reciente diagnóstico. Este cuadro se conoce como hipertiroidismo apático, y muchas veces se detecta tarde o se confunde con otras enfermedades propias del envejecimiento. El tratamiento debe adaptarse a cada caso, valorando los riesgos del yodo radiactivo o de la cirugía, y priorizando el control de los síntomas para mejorar la calidad de vida.

¿Qué es el hipertiroidismo subclínico?

El término “subclínico” puede dar lugar a confusión. No significa que no exista la enfermedad, sino que todavía no se han manifestado sus síntomas o que estos son tan leves que pasan desapercibidos. En el caso del hipertiroidismo subclínico, lo que se observa en los análisis es una TSH por debajo del rango normal, mientras que las hormonas tiroideas (T3 y T4 libres) siguen dentro de los límites.

Esta situación suele detectarse de forma casual, al realizar un análisis de control por otro motivo. A veces está relacionada con el envejecimiento, con tratamientos previos o con la presencia de nódulos autónomos pequeños. La mayoría de las personas no presenta síntomas, pero en algunos casos pueden aparecer palpitaciones, insomnio, debilidad o pérdida de masa ósea si se mantiene en el tiempo.

El tratamiento del hipertiroidismo subclínico no siempre es necesario. Dependerá de la edad del paciente, la presencia de otros factores de riesgo (como antecedentes cardiovasculares u osteoporosis), y la causa del trastorno. En adultos jóvenes sin síntomas, puede bastar con una vigilancia periódica. En cambio, en mayores de 65 años o personas con arritmias, puede recomendarse iniciar tratamiento para prevenir complicaciones.

El seguimiento en estos casos es esencial, ya que puede evolucionar tanto hacia la normalización como hacia un hipertiroidismo más evidente.

¿Se puede prevenir el hipertiroidismo?

En la mayoría de los casos, el hipertiroidismo no se puede prevenir, ya que está relacionado con mecanismos autoinmunes o alteraciones funcionales de la tiroides que no dependen de nuestros hábitos. Sin embargo, sí es posible reducir el riesgo de complicaciones y mejorar el control si se presta atención a ciertos aspectos.

Mantener una buena salud general, evitar el consumo excesivo de yodo (sobre todo a través de suplementos o algas marinas), no automedicarse con productos que contengan tiroxina sin indicación médica y realizar controles analíticos si hay antecedentes familiares o síntomas sospechosos, son medidas sencillas que pueden ayudar.

El tabaco, por ejemplo, se ha relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar síntomas oculares en la enfermedad de Graves. Abandonarlo es una recomendación prioritaria si ya se ha diagnosticado hipertiroidismo.

En personas que han recibido tratamiento, es fundamental cumplir con las revisiones pautadas, ya que puede haber recaídas o, en algunos casos, desarrollarse un hipotiroidismo que requiera tratamiento hormonal sustitutivo. El estilo de vida también influye en el bienestar general: llevar una dieta equilibrada, dormir bien y evitar el estrés excesivo ayuda a reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida.

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Preguntas frecuentes sobre el hipertiroidismo

Antes de terminar, resolvemos algunas de las dudas más habituales que tienen los pacientes cuando reciben este diagnóstico.

¿El hipertiroidismo tiene cura?

Depende de la causa. En los casos leves o transitorios (como algunas tiroiditis), puede remitir por sí solo. En otros, como la enfermedad de Graves o los nódulos autónomos, puede controlarse con tratamiento, y si se elimina parte del tejido tiroideo (con cirugía o yodo radiactivo), el problema puede resolverse, aunque a veces aparece un hipotiroidismo posterior.

¿Puedo hacer ejercicio si tengo hipertiroidismo?

Sí, pero es importante que esté bien controlado. Si hay taquicardia o fatiga intensa, conviene ajustar la actividad y consultar al médico antes de realizar esfuerzos intensos. El ejercicio moderado puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y a mantener la masa ósea.

¿Qué alimentos debo evitar?

No hay una dieta específica para el hipertiroidismo, pero sí se recomienda evitar el exceso de yodo, que puede empeorar algunos tipos de hipertiroidismo. Esto incluye suplementos con yodo, algas marinas o preparados “naturales” que puedan contenerlo. También es conveniente mantener una dieta rica en calcio y vitamina D para proteger los huesos.

¿El hipertiroidismo puede afectar a la fertilidad?

Sí. En mujeres puede causar alteraciones del ciclo menstrual, anovulación o dificultades para quedarse embarazada. En hombres también puede alterar la calidad del esperma. Con tratamiento adecuado, la fertilidad suele recuperarse.

¿Se puede tener hipertiroidismo sin síntomas?

Sí. Es lo que ocurre en el hipertiroidismo subclínico. Aunque no haya síntomas evidentes, puede haber un riesgo aumentado de complicaciones si no se vigila. Por eso es importante hacer controles periódicos si se detecta una TSH baja.

¿Puedo viajar o trabajar con normalidad?

Por supuesto. Una vez diagnosticado y con el tratamiento adecuado, el hipertiroidismo no impide llevar una vida normal. Solo hay que tener en cuenta la adherencia al tratamiento y llevar la medicación durante los desplazamientos, sobre todo si se va al extranjero.