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Gota: cómo reconocer los síntomas y tratar la acumulación de ácido úrico

lunes, 14 de abril de 2025

La gota es mucho más que un simple dolor en las articulaciones. Detrás de este nombre corto se esconde una enfermedad inflamatoria que, aunque durante años se ha relacionado casi exclusivamente con personas mayores o estilos de vida poco saludables, hoy se sabe que puede afectar a perfiles muy diversos. Los avances médicos han permitido entender mejor qué provoca la acumulación de ácido úrico en las articulaciones y por qué, de un día para otro, una persona puede despertarse con un dolor intenso e incapacitante, sobre todo en el dedo gordo del pie, aunque no es la única localización posible.

Durante años, la gota ha arrastrado ciertos mitos que es importante desmentir: no es una enfermedad exclusiva de quienes abusan de la carne roja o el marisco, ni está limitada a una cuestión de excesos alimentarios. Hay una base metabólica clara, factores genéticos y otras enfermedades que predisponen a padecerla. Por eso, entender qué es la gota, cuáles son sus síntomas, cómo se diagnostica y las opciones de tratamiento actuales resulta fundamental para quienes ya conviven con ella o para quienes quieren prevenirla.

Además, es esencial aclarar una duda frecuente: ¿la gota se puede controlar? La respuesta es sí. Afortunadamente, hoy disponemos de tratamientos eficaces y estrategias que mejoran notablemente la calidad de vida de los pacientes. Vamos a repasar cada aspecto clave de esta enfermedad para ofrecer una visión clara y actualizada.

¿Qué es la gota y por qué se produce?

La gota es una forma de artritis inflamatoria causada por un exceso de ácido úrico en sangre, lo que se conoce como hiperuricemia. Este ácido úrico se acumula en las articulaciones en forma de cristales de urato monosódico, desencadenando episodios de inflamación aguda muy dolorosa.

Normalmente, el ácido úrico es un desecho que se elimina a través de la orina. Sin embargo, si el cuerpo produce demasiado o si los riñones no lo eliminan con la suficiente eficacia, se acumula en la sangre y, con el tiempo, empieza a depositarse en las articulaciones y tejidos circundantes. Esto genera los conocidos ataques de gota.

Aunque cualquiera puede desarrollar gota, hay personas con mayor riesgo, como quienes tienen antecedentes familiares, problemas renales o enfermedades metabólicas. La edad y el sexo también son factores a tener en cuenta: es más frecuente en hombres entre los 40 y los 60 años, aunque en las mujeres puede aparecer tras la menopausia.

Síntomas de la gota: cómo reconocerla a tiempo

Uno de los rasgos más característicos de la gota es que se presenta de forma repentina, con episodios que despiertan al paciente en mitad de la noche por el dolor intenso en una articulación concreta. Lo más habitual es que el primer ataque afecte al dedo gordo del pie, pero también puede manifestarse en otras zonas como el tobillo, la rodilla, el codo o la muñeca.

El dolor suele ir acompañado de otros síntomas muy evidentes:

  • Inflamación visible en la articulación.
  • Enrojecimiento de la piel que recubre la zona afectada.
  • Sensación de calor intenso y sensibilidad extrema al tacto.
  • Dificultad para mover la articulación debido al dolor.

En episodios más graves o si no se controla adecuadamente, la gota puede evolucionar y formar tofos, que son depósitos visibles de cristales de ácido úrico debajo de la piel, sobre todo en las orejas, codos o dedos. También pueden aparecer problemas renales derivados de la hiperuricemia prolongada.

Factores de riesgo y causas principales

La gota no tiene una única causa, sino que es el resultado de una combinación de factores. Entre ellos destacan:

  • Genética: tener familiares directos con gota incrementa el riesgo.
  • Dieta rica en purinas: alimentos como carnes rojas, mariscos y bebidas alcohólicas (especialmente la cerveza) elevan los niveles de ácido úrico.
  • Problemas renales: una función renal reducida dificulta la eliminación de ácido úrico.
  • Obesidad y síndrome metabólico: el exceso de peso aumenta la producción de ácido úrico y reduce su eliminación.
  • Medicamentos: algunos diuréticos o tratamientos para la hipertensión pueden elevar la uricemia.
  • Estrés y cirugías recientes: pueden precipitar un ataque de gota debido a cambios bruscos en el metabolismo.

Diagnóstico: cómo se detecta la gota

El diagnóstico de la gota combina la evaluación clínica con pruebas específicas que confirman la presencia de cristales de ácido úrico. Los médicos valoran los síntomas, antecedentes familiares y la historia clínica del paciente, pero también recurren a análisis de sangre y pruebas complementarias.

  • Análisis de sangre: mide los niveles de ácido úrico en sangre. Es importante recordar que no siempre un nivel alto confirma la gota, ni uno bajo la descarta, ya que durante un ataque los valores pueden fluctuar.
  • Artrocentesis: se extrae líquido sinovial de la articulación inflamada para buscar cristales de urato bajo el microscopio.
  • Ecografía o radiografía: ayudan a visualizar acumulaciones de cristales o erosiones articulares provocadas por la gota prolongada.

Tratamiento de la gota: aliviar el dolor y prevenir nuevos ataques

El enfoque terapéutico de la gota tiene dos objetivos fundamentales: aliviar el dolor del ataque agudo y prevenir futuros episodios mediante el control de los niveles de ácido úrico.

Durante un ataque, se suelen prescribir:

  • Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) para reducir el dolor y la inflamación.
  • Colchicina, un medicamento específico para la gota que ayuda a controlar los síntomas si se administra pronto.
  • Corticosteroides orales o inyectados en la articulación cuando otras opciones no son suficientes.

A largo plazo, el tratamiento busca mantener la uricemia bajo control:

  • Fármacos uricosúricos que aumentan la eliminación de ácido úrico por la orina.
  • Inhibidores de la xantina oxidasa, como el alopurinol, que reducen la producción de ácido úrico en el organismo.

El tratamiento no farmacológico también es fundamental:

  • Mantener una dieta equilibrada, reduciendo alimentos ricos en purinas.
  • Evitar el consumo excesivo de alcohol.
  • Perder peso si existe sobrepeso u obesidad.
  • Mantener una hidratación adecuada para facilitar la eliminación de ácido úrico.

Además, las revisiones periódicas permiten ajustar la medicación y prevenir complicaciones a largo plazo.

Complicaciones de la gota: por qué es importante tratarla a tiempo

Ignorar la gota o tratarla de manera insuficiente puede tener consecuencias serias. Aparte de los episodios de dolor recurrente, los cristales de urato pueden dañar de forma irreversible las articulaciones, provocando deformidades o pérdida de movilidad.

Las complicaciones más destacadas incluyen:

  • Tofos: acúmulos de cristales que deforman las articulaciones y la piel.
  • Artritis gotosa crónica: inflamación persistente con daño articular progresivo.
  • Cálculos renales: el exceso de ácido úrico puede cristalizar en los riñones, formando piedras dolorosas.
  • Insuficiencia renal: en casos graves, la gota puede contribuir al deterioro de la función renal.

Detectar la enfermedad a tiempo y seguir un tratamiento adecuado ayuda a evitar estas complicaciones y mantener una buena calidad de vida.

La importancia del estilo de vida en la prevención de la gota

Adoptar hábitos saludables es clave para prevenir la aparición de la gota o reducir la frecuencia de los ataques en personas que ya la padecen. La dieta es probablemente el factor más conocido, pero no el único.

Seguir una alimentación baja en purinas ayuda a mantener niveles de ácido úrico más estables. Priorizar frutas, verduras, lácteos bajos en grasa y cereales integrales es una estrategia eficaz. Por otro lado, limitar el consumo de bebidas azucaradas, carnes procesadas y mariscos contribuye a controlar la hiperuricemia.

La hidratación también juega un papel fundamental, ya que facilita la eliminación de ácido úrico a través de la orina. Se recomienda beber al menos 2 litros de agua al día, especialmente en climas cálidos o si se realiza actividad física intensa.

Además, mantener un peso saludable y realizar ejercicio moderado de forma regular no solo ayuda a controlar el ácido úrico, sino que también reduce el riesgo de enfermedades asociadas como la hipertensión o la diabetes.

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Preguntas frecuentes sobre la gota

¿La gota es hereditaria?
Existe un componente genético que predispone a tener niveles elevados de ácido úrico, por lo que los antecedentes familiares son un factor de riesgo importante.

¿Cuánto dura un ataque de gota?
La mayoría de los ataques agudos duran entre 3 y 10 días, aunque el dolor más intenso suele concentrarse en las primeras 24 a 48 horas.

¿Se puede curar la gota?
Actualmente no existe una cura definitiva, pero con el tratamiento adecuado se puede controlar eficazmente, evitando nuevos ataques y complicaciones.

¿Afecta solo a personas mayores?
No. Aunque es más frecuente a partir de los 40 años, también puede aparecer en personas más jóvenes, especialmente si hay otros factores de riesgo presentes.