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Electromiograma: la prueba que evalúa tus nervios y músculos con precisión

miércoles, 7 de mayo de 2025

Cuando el cuerpo empieza a dar señales que no comprendemos —hormigueos, pérdida de fuerza, dolores musculares inexplicables— es normal que surjan muchas preguntas. ¿Será un problema nervioso? ¿Estará afectado el músculo? ¿Es algo pasajero o necesito una prueba diagnóstica? En estas situaciones, el electromiograma se convierte en una herramienta fundamental para ponerle nombre a lo que está ocurriendo. Esta prueba permite observar cómo funcionan los nervios y músculos de una forma directa y objetiva, aportando información valiosa para detectar enfermedades neuromusculares o lesiones.

El electromiograma, o EMG, es una de las pruebas más habituales en el ámbito de la neurología, la medicina rehabilitadora y la fisioterapia. Puede resultar un término desconocido, pero su uso está cada vez más extendido por su utilidad clínica y por la precisión con la que aporta datos. Saber qué es, cómo se realiza, cuándo está indicado y qué tipo de resultados se pueden obtener ayuda a reducir la incertidumbre cuando el médico nos la recomienda.

Saber cómo funciona, qué utilidad tiene, qué se siente durante la prueba y qué valor tienen sus resultados permite afrontarla con tranquilidad y con toda la información necesaria. La clave está en entender por qué se pide esta prueba, qué aporta y cómo puede ayudarnos a cuidar mejor de nuestra salud neuromuscular.

¿Qué es un electromiograma?

El electromiograma es una prueba que estudia la actividad eléctrica de los músculos y los nervios periféricos. Gracias a ella se puede analizar cómo se transmite la señal eléctrica desde el sistema nervioso hasta la musculatura, y detectar si existe alguna alteración en ese proceso.

A nivel técnico, se realiza colocando unos electrodos en diferentes partes del cuerpo, que pueden ser superficiales (pegados a la piel) o insertados en forma de finas agujas dentro del músculo. Estos electrodos recogen la actividad eléctrica generada por las fibras musculares y los nervios, y la registran en una pantalla o gráfico para su análisis.

Aunque pueda sonar complejo, el electromiograma es una prueba segura, con escasas contraindicaciones y muy útil para el diagnóstico médico. Su nombre completo suele ir acompañado del estudio de conducción nerviosa, ya que en la práctica ambos procedimientos se realizan de forma conjunta.

¿Para qué sirve un electromiograma?

El electromiograma resulta especialmente útil cuando se presentan síntomas que no pueden explicarse fácilmente con otras pruebas. Permite estudiar en detalle el sistema nervioso periférico y la musculatura, detectando alteraciones que a menudo pasan desapercibidas en una analítica o una resonancia.

Uno de sus principales usos es diferenciar si un problema de fuerza o sensibilidad tiene un origen muscular o nervioso. Esta distinción es clave para poder orientar el diagnóstico y el tratamiento. También permite localizar el punto exacto de la lesión o el nervio afectado, y valorar su gravedad.

Entre las situaciones clínicas en las que suele estar indicado un electromiograma destacan:

  • Cuando existe dolor o debilidad muscular persistente sin una causa aparente.
  • En casos de pérdida de fuerza o coordinación en brazos, piernas o rostro.
  • Ante hormigueos, adormecimiento o calambres frecuentes, especialmente si siguen un recorrido nervioso definido.
  • Para valorar posibles síndromes de atrapamiento nervioso, como el túnel carpiano o la ciática.
  • En el estudio de lesiones nerviosas traumáticas, como las provocadas por accidentes o intervenciones quirúrgicas.
  • Para diagnosticar enfermedades musculares o neuromusculares, como distrofias, miopatías, esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o miastenia gravis.

Más allá del diagnóstico, también se utiliza para hacer un seguimiento de ciertas enfermedades, valorar su progresión o evaluar la respuesta a un tratamiento. Su papel no se limita solo a detectar, sino también a aportar perspectiva sobre la evolución del paciente.

¿Cómo se realiza esta prueba?

La realización del electromiograma es un proceso que, aunque técnico, se desarrolla en un entorno ambulatorio y no requiere ingreso ni preparación compleja. La prueba suele llevarse a cabo en una consulta especializada en neurofisiología o neurología, y se realiza con el paciente tumbado o sentado, en función de la zona que se va a explorar. La duración y el número de zonas a estudiar varía según el motivo de consulta, pero en general se trata de un procedimiento bien tolerado y con escasos efectos secundarios.

El procedimiento se divide habitualmente en dos partes: el estudio de conducción nerviosa y la electromiografía con aguja. Ambos se realizan en una misma sesión y no requieren ingreso hospitalario ni sedación.

Estudio de conducción nerviosa

Se colocan electrodos adhesivos sobre la piel en puntos estratégicos, generalmente en brazos o piernas. A continuación, se aplica un estímulo eléctrico breve y controlado sobre el nervio correspondiente, y se mide cómo viaja esa señal hasta el músculo. Se evalúan parámetros como la velocidad de conducción, el tiempo de respuesta y la amplitud del impulso.

Esta parte puede generar una ligera sensación de descarga eléctrica, molesta pero breve, similar a un pequeño calambre.

Electromiografía con aguja

El siguiente paso es introducir un electrodo en forma de aguja muy fina dentro de determinados músculos. Esta aguja capta la actividad eléctrica del músculo tanto en reposo como durante la contracción voluntaria. El especialista puede pedirte que muevas el músculo o que lo mantengas relajado según lo que necesite observar.

La sensación es comparable a la de un pinchazo leve, aunque puede resultar algo más incómoda en ciertos músculos profundos. No suele durar más de unos segundos por zona.

¿Cuánto dura un electromiograma?

La duración total varía en función del número de nervios y músculos que haya que explorar, pero suele oscilar entre 30 y 60 minutos. En estudios más completos, especialmente si se evalúan varias extremidades o se investigan patologías complejas, puede alargarse algo más.

No se necesita preparación especial, y después de la prueba se puede hacer vida normal. Solo en casos muy concretos puede aparecer una ligera molestia muscular o un pequeño hematoma en el punto donde se insertó la aguja, que desaparece en pocos días.

¿Es doloroso?

La mayoría de las personas toleran bien el electromiograma. La parte del estudio de conducción puede ser algo molesta por las pequeñas descargas eléctricas, pero se trata de estímulos breves y controlados. En cuanto a la parte con aguja, la sensación es similar a la de una analítica o vacuna, aunque con la peculiaridad de que puede repetirse en varias zonas.

El grado de molestia depende mucho de la sensibilidad individual, del estado del músculo y de la experiencia del profesional que realiza la prueba. Si hay algún miedo o preocupación, conviene comentarlo previamente para ajustar el ritmo o las zonas exploradas.

¿Qué información proporciona un electromiograma?

El valor principal de un electromiograma reside en su capacidad para aportar información detallada y objetiva sobre la función de los nervios y los músculos. Esta prueba permite observar si las señales eléctricas se transmiten correctamente y si el músculo responde de forma adecuada, lo que ayuda a localizar posibles alteraciones y comprender su origen.

Entre los datos más relevantes que proporciona se encuentran:

  • La velocidad de conducción nerviosa, que permite saber si hay enlentecimiento o bloqueo en el trayecto del nervio.
  • La amplitud de la señal, que puede indicar pérdida de fibras nerviosas o musculares.
  • La actividad eléctrica espontánea, útil para detectar signos de denervación o lesiones activas.
  • El patrón de reclutamiento muscular, que ayuda a diferenciar si el problema es de origen neurológico o muscular.

Gracias a estos parámetros, el médico puede identificar si existe una afectación, en qué punto se localiza y de qué tipo es. Por ejemplo, puede diferenciar si un hormigueo en la mano se debe a un atrapamiento en la muñeca (como en el túnel carpiano) o a una radiculopatía cervical.

Además, el electromiograma es clave para hacer un seguimiento de enfermedades crónicas, ajustar tratamientos y valorar la evolución del paciente a lo largo del tiempo. No solo permite un diagnóstico inicial, sino también una visión más amplia y dinámica del estado neuromuscular.

¿Qué enfermedades puede diagnosticar?

Gracias a su capacidad para detectar alteraciones tanto en los nervios como en los músculos, el electromiograma es una herramienta muy útil en el diagnóstico de múltiples enfermedades neuromusculares. Aporta claridad cuando hay dudas sobre la causa de ciertos síntomas y permite orientar el tratamiento desde el primer momento.

Entre las patologías más frecuentes que puede ayudar a diagnosticar se encuentran:

  • Neuropatías periféricas, tanto de origen diabético, tóxico o hereditario.
  • Síndromes de atrapamiento nervioso, como el túnel carpiano, el síndrome del piramidal o la meralgia parestésica.
  • Lesiones nerviosas traumáticas o postquirúrgicas, que provocan pérdida de sensibilidad o debilidad localizada.
  • Radiculopatías, como la ciática o la cervicobraquialgia, en las que se afectan raíces nerviosas que salen de la médula espinal.
  • Enfermedades de la unión neuromuscular, como la miastenia gravis.
  • Enfermedades musculares primarias, como distrofias musculares, miopatías inflamatorias o metabólicas.
  • Alteraciones de la motoneurona, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

En muchos casos, estos diagnósticos no pueden confirmarse con una única prueba, pero el electromiograma permite reunir datos objetivos que respaldan o descartan ciertas hipótesis clínicas. Se trata de una prueba especialmente valiosa cuando los síntomas son leves, inciertos o cuando se busca confirmar la extensión de una afectación ya diagnosticada.

➡️ ¿Y si tengo más dudas sobre el Electromiograma?

 

Pues es muy sencillo, puedes mandarnos un correo electrónico a info@hospitallaantigua.com o bien puedes llamarnos por teléfono al teléfono 949 223 600.
Estaremos encantados de atenderte y resolver todas tus dudas.

¿Tiene riesgos o contraindicaciones?

El electromiograma es una prueba segura y bien tolerada por la mayoría de los pacientes. No suele presentar complicaciones relevantes, pero como cualquier procedimiento médico, existen algunas situaciones en las que conviene extremar la precaución. En personas con trastornos de la coagulación o que están en tratamiento con anticoagulantes, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de sangrado al insertar las agujas. También es importante avisar si se tiene alguna infección activa en la zona que se va a explorar, ya que podría interferir en la prueba o favorecer la propagación de la infección.

En el caso de pacientes portadores de marcapasos o desfibriladores implantables, la realización del estudio puede requerir una adaptación específica del protocolo para garantizar la seguridad del dispositivo. Por eso es fundamental comunicar siempre al equipo médico cualquier antecedente relevante o medicación que se esté tomando.

Aun así, se trata de una técnica con una tasa de complicaciones muy baja. En manos de profesionales cualificados, el riesgo es mínimo y los beneficios diagnósticos que aporta son muy superiores a cualquier molestia temporal que pueda generar la prueba.

¿Qué ocurre después de la prueba?

Tras el electromiograma, se puede volver a casa sin necesidad de reposo. No es una prueba que provoque efectos secundarios importantes. En algunos casos puede haber un leve dolor muscular o una sensación de agujetas, sobre todo si se han explorado muchos músculos con aguja.

Los resultados no suelen entregarse al momento, ya que requieren ser analizados por el especialista, que interpretará los datos en función del motivo de consulta y del conjunto del historial clínico.

¿Quién realiza el electromiograma?

La prueba debe ser realizada por un profesional con formación específica, generalmente un neurólogo, un médico rehabilitador o un neurofisiólogo clínico. Su experiencia es clave tanto en la realización técnica como en la interpretación de los datos obtenidos.

En Hospital La Antigua, nuestro equipo cuenta con la preparación y los medios necesarios para garantizar que la prueba se realice con precisión, seguridad y el menor nivel de incomodidad posible.